martes, 2 de febrero de 2010

Polvo eres y en estrella te convertirás. (06/1999)

Título paradójico y complejo. La trascendencia espiritual y/o energética después de la muerte, constituye una creencia ancestral, que aún en el presente continúa conformándose mediante un amplio y variado recorrido de múltiples y enfrentadas posiciones. Abarca desde el más corpóreo y heterogéneo sincretismo afrocaribe, hasta formas taoístas orientales que recogen la más pura abstracción de lo inmanifiesto e innombrado. Recientemente, un destacado poeta e intelectual venezolano declaró a la prensa, que a sus 83 años de edad se preparaba con reflexiones, ejercicios y meditaciones para su tránsito hacia el más allá. Ignoro si se expresaba metafóricamente, pero en cualquier caso, muestra lo que siempre ha sido una preocupación de la humanidad, en su propia condición de tal.
Actualmente, algunos médicos, intelectuales y ascetas, han manifestado con total honestidad y sin ningún rubor, que les preocupa la enfermedad y el dolor asociado, pero no la muerte. Esta afirmación se constituye en indicio de una absoluta seguridad epistémica o de una firme serenidad de conciencia. En ciertos casos, la lógica podría expandirse a otros ámbitos, al manifestarse que en esa extrema situación se estaría dispuesto, sin mayor temor y reparo, a tomar las medidas que fuesen necesarias para aliviar y/o terminar con una penosa agonía, que psicológicamente afecta también a familiares y allegados.
En todo científico investigador existe un duende alerta y al acecho, que a la menor oportunidad se lanza a operacionalizar y a sistematizar pensamientos e ideas, que de manera fluida van surgiendo espontáneamente al rielar sobre una determinada problemática. Ello puede dar inicio al proceso que conduce a la construcción del conocimiento científico. En la Semántica, considerada como disciplina científica, el lenguaje se constituye en el corpus o contenido sustantivo sobre el cual se ejercerán una serie de operaciones para analizar y sistematizar el significado de los conceptos. Equivalentemente, en la Antropología, Etnografía y Sociología el tema de la trascendencia inicialmente planteado, se ha constituido históricamente en un corpus de estudio de estas disciplinas, enfocándose lógicamente en cada caso desde diferentes puntos de vista según sea la especificidad de cada una de ellas. Cabe destacar que mientras que la Antropología y la Etnografía trabajan de una manera muy especial privilegiando métodos de indagación naturalistas e ideográficos, en el resto de las Ciencias Sociales se ha de trabajar con métodos constructivos y nomotéticos. Dentro de esta tendencia se utilizan las definiciones operacionales como punto básico de partida.
Para implementar la construcción de un objeto científico, será necesario elaborar una conceptualización y una escala de medición que, independientemente del nombre que se le asigne cuando en definitiva quede formalizado como variable, apuntaría a una dimensión subyacente, señalándose los valores más destacados de la escala. Mediante estos procedimientos operacionales, se estructurará, diacrónicamente como sucede en las Ciencias Sociales y sincrónicamente como se hace en las Ciencias Materiales, la dimensión correspondiente. El concepto de Definición Operacional fue propuesto originalmente por Bridgman en 1927, al analizar un cierto aporte realizado por Einstein en 1905. Este y otros científicos focalizaron su atención en el proceso fáctico de la medición de los nuevos conceptos de tiempo y espacio, pero no en el significado epistémico de lo novedoso del proceso para construirlos como dimensiones. Cuando Bridgman, para facilitar la explicación del concepto de Definición Operacional, a manera de ejemplo, traslada su propuesta al análisis de los procedimientos cotidianos de medir la longitud, confunde de manera radical a los filósofos que automáticamente y de manera inmediata se convierten en sus más fuertes críticos, ya que el autor sólo describe de manera sincrónica y aparentemente ingenua las operaciones finales del proceso de medición. En ese momento no se tenía plena consciencia de la existencia de ciertas prácticas y operaciones hoy ya desaparecidas e ignoradas y de las que sólo restarían indicios y rudimentos históricos, pero que durante millones de años se fueron conformando, diacrónica e iterativamente, para la construcción objetual de un concepto dimensional previo, necesario para después medir escalarmente la longitud.
La escala a proponer, en relación a una visión trascendente de la vida, quedará en un principio establecida mediante la caracterización y la descripción de sus dos extremos y por la mención libre e incompleta de algunos puntos intermedios destacados, que serán presentados sin ninguna pretensión o intención de establecer un orden comparativo entre ellos. Los puntos intermedios de la escala podrían ser muchos, de manera particular y específica tantos como, posiblemente, seres humanos hayan vivido en el planeta. De manera genérica en cambio, en un gran porcentaje se asocian a concepciones cósmicas: seculares y/o religiosas, siendo las expresiones más extendidas, la reencarnación, la vida eterna y la energía universal.
Uno de los dos extremos de la escala, sin ninguna duda el más fácilmente identificable y caracterizable por su condición convergente y puntual, se corresponderá con la nuda y simple convicción de que no existe el más allá, es decir que luego de la muerte no pasará absolutamente nada, y que todo tipo de vida y/o energía habrá desaparecido. Este extremo, como tal extremo puede ser simbólica y literalmente representado por una frase muy solemne y poética que dice: "Polvo eres y en polvo te convertirás". Revisando artículos que he publicado en revistas especializadas, encontramos que en una versión débil, por imposibilidad ontológica del conocimiento; este extremo puede estar asociado con una cierta direccionalidad de la ciencia, que señalando un límite hacia el futuro he denominado como Agnosticismo Teleonómico Aleatorio y del cual se puede dar una descripción, todavía inacabada e imperfecta, en los siguientes términos: El límite hacia el futuro se vislumbra dentro de la concepción cuántica y relativista que está implícita en los enfoques que mantiene la Ciencia Moderna, y que se manifiesta mediante el surgimiento de un conjunto de planteamientos de carácter epistémico, que paradójicamente no han sido elaborados por filósofos y/o humanistas, sino que han sido derivados y elaborados precisamente por los propios científicos, pero extrapolando y trascendiendo los límites específicos disciplinarios de sus competencias particulares. Como los ejemplos más caracterizados, cabe mencionar los siguientes autores y sus obras: Bridgman /"La lógica de la física moderna". Heisenberg /"La imagen de la naturaleza en la física actual". Wiener /"God and Golem". Lorenz /"La imagen detrás del espejo". Toulmin /"La comprensión humana". Hawking /"La historia del tiempo".
El otro extremo de la escala, por lo contrario difícil de precisar dada su condición azimutal y abierta, de manera genérica puede ser asociado, como una dirección hacia el pasado en relación a un concepto mitológico que he denominado Hetrioteísmo Teleológico Voluntarista y que se describe de la siguiente manera: La frontera hacia el pasado, se corresponderá en la ya olvidada noche de los tiempos con una visión del mundo poblado de confusas y múltiples divinidades. Seres sobrenaturales de toda índole y condición, con influencia y propósitos tales, que dirigen e intervienen directamente la vida cotidiana de los hombres, favoreciendo a aquellos que les son gratos y castigando a aquellos que les son adversos. Mediante un cierto esfuerzo analítico, podría ejemplificarse este extremo de la escala, haciéndose notar las costumbres y creencias de algunas antiguas civilizaciones —Mediterráneas, Orientales, Mayas e Incas—, de acompañar y sepultar a sus muertos, con esclavas, alimentos y ornatos, que supuestamente les serían útiles en ese largo viaje al más allá. Creo, sin embargo, que podemos retrotraernos un poco más en la historia y proponer en correspondencia con este punto extremo de origen, el momento en el cual un primer hombre, levantando sus ojos hacia el horizonte, decidió resguardar y preservar, de soles, vientos, lunas y peligros, los restos exangües de sus compañeros.

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