martes, 2 de febrero de 2010

Operacionalismo, Ciencias Sociales y Postmodernismo. (1999)

En la Física y otras ciencias materiales, el proceso de creación y/o determinación de sus objetos —entidades y/o variables— ya ha recorrido un largo camino; por esta razón, los procesos sincrónicos y ortodoxos de medición que constituyen formas finales y fenoménicas, ya se ven como una actividad técnica y cotidiana, trasladándose la actividad creativa y de ingenio a establecer —utilizando variables ya conocidas— nuevas estructuras científicas, más complejas y sofisticadas. Ello no fue siempre así; Einstein, con su proposición de medición —relativista— de tiempo y espacio, constituye la última aventura heurística en este ámbito. Restan problemas en la teoría denominada Cuántica. Dada la complejidad físico matemática de esas teorías, no ha sido posible divulgar mediante conceptos más asequibles la naturaleza de los procesos operacionales de ese tipo de medición. Por esto, cuando Bridgman trata de explicar lo que significa una definición operacional, y se encuentra con las dificultades de explicar estos procesos de medición relativista, se trata de ayudar, con el ejemplo de la medición cotidiana de la longitud, en la cual por ser ya un proceso acabado, no puede reflejar precisamente el núcleo de la naturaleza íntima del operacionalismo. Al trasladar su propuesta al análisis de las formas cotidianas de medir la longitud, confunde de manera racial a los filósofos, que automáticamente y de manera inmediata se convierten en sus más acérrimos críticos, ya que el autor sólo describe —de manera sincrónica y aparentemente ingenua— las operaciones finales del proceso de medición. En ese momento no se tenía presente la existencia de operaciones, hoy ya desaparecidas e ignoradas y de las que sólo restarían indicios y rudimentos históricos, pero que durante millones de años, se fueron conformando diacrónica e iterativamente, para la construcción objetual de un concepto dimensional previo, necesario para posteriormente medir la longitud. En muchos casos, esta medición continúa realizándose mediante el uso de reglas o varas rígidas y rectas, que se van colocando en una sucesión rectilineal. Nótese la redundancia cuasi tautológica de esta descripción, pero ello, en la praxis dialéctica de ese remoto pasado, constituía el abordaje epistémico pertinente y necesario.

Algo similar han observado los científicos que investigan en Biología y Medicina cuando expresan que es posible comprender mejor los procesos normales de los órganos sanos examinando las funciones disminuidas de los órganos dañados de un enfermo. Analógicamente, la medición de la longitud en términos cotidianos y finales, es el caso del órgano sano, los procesos experimentales de la medición relativista del tiempo y espacio, es el caso distinto del órgano enfermo.

En estudios que durante los últimos veinte años hemos venido desarrollando sobre operacionalismo, he denominado como ejemplo de un enfoque sincrónico lo que ofrece Bridgman con la medición ortodoxa de la longitud; oponiéndolo a un enfoque diacrónico que he tratado de caracterizar en el sentido de entenderlo como la función primigenia del operacionalismo, que consiste en la construcción objetual/dimensional del concepto —Entidades— y posteriormente la medición escalar asociada —Variables—. La muy cuestionada afirmación de que “el concepto es sinónimo con el correspondiente conjunto de operaciones”, vista ahora desde esta nueva perspectiva diacrónica, podría ser perfectamente comprendida y aceptada. No nos queda ninguna duda de que la intención original del autor, aunque en ese momento no lo haya podido expresar con claridad, estaba referida a la construcción objetual/dimensional del concepto y no sólo a s medición escalar, ya que esta fase final sólo recoge los aspectos fenoménicos que restan y permanecen de todo ese complejo proceso; iterativo y evolutivo, como si se tratase de una función orgánica.

En las Ciencias Sociales, en cambio, se está viviendo el momento de búsqueda, delimitación y definición de sus objetos —Entidades y Variables—. Hemos utilizado dos términos diferentes —Entidades y Variables—, para referenciar objetos científicos; sin embargo, ambos son una sola cosa: caracterizaciones operacionales. En efecto, la tradición semántica nos dice que existen tres niveles de mediciones, que usualmente se denominan Nominal, Ordinal y Métrico; en cada nivel pueden diferenciarse dos o más tipos de escalas. En el nivel Métrico están incluidas: Intervalos, Proporción y Absoluta, y en el nivel Nominal se tienen la escala Clasificatoria y la Nominal Simple. La escala Clasificatoria se caracteriza por el cumplimiento de una relación de equivalencia, con sus tres propiedades: Identidad/Simetría/Transitividad. En el caso de la escala Nominal Simple —como caso límite—, las tres propiedades se confunden en una sola: Identidad, es decir, un electrón sólo es idéntico consigo mismo y no es equivalente a ningún otro. Este caso límite denominado como Nivel Objetual, es equivalente a Entidad, y las mediciones en el resto de escalas como Variables.

Este proceso de búsqueda y construcción de los objetos científicos es un proceso lento, que en las Ciencias Materiales consumió miles de años de trabajo y esfuerzo creativo y que además necesita ser controlado con paciencia y objetividad. Por esta razón, desde la antigüedad el hombre ha tratado —mediante el pensamiento racional— de buscar un atajo o de dar un salto; de esto último surge la Metafísica. Para las Ciencias Sociales, en los últimos años, frente a este extremo empírico operacional, el hombre —en su impaciente búsqueda de trascendencia y logros— ha encontrado otros horizontes; históricamente, los más importantes han sido el Materialismo, el Naturalismo y el Postmodernismo. Hasta ahora, la crítica se había concentrado en los dos primeros, pero en esta década y en especial a partir de 1996, se ha iniciado un fuerte cuestionamiento sobre el Postmodernismo, como ámbito constituyente de las Ciencias Sociales.

A diferencia del extremo operacional que luce puntual y desértico en su transparente simplicidad, en la frontera postmodernista, por lo contrario, abundan las pasiones, las diásporas y los desencuentros, generándose al mismo tiempo una búsqueda afanosa —cuasi enfermiza— de originalidad, de tal manera que entre esas variadas y múltiples opciones se presentan contradicciones e inconsistencias. Moviéndose en esa mórbida hondonada, en la cual confluyen disciplinas como Antropología, Lingüística, Filosofía y Psicoanálisis, intelectuales y/o científicos habían impuesto una catequesis total, ya que amparados en la viscosidad retórica que existe en esos campos, se hacía muy difícil la confrontación racional de hallazgos e ideas, tal como es rutina y norma en las Ciencias Formales y en las Ciencias Materiales. Esta confusión afianzaba una atmósfera que les permitiría, cada vez más, consolidar su lema insignia que afirmaba la ley del vale todo.

Había sido tan avasallante el empuje en esta vertiente, especialmente en el último cuarto de siglo XX, que ya nos habíamos conformado y resignado a ser espectadores pasivos e inermes de ese paroxismo. Afortunadamente, entre 1996 y 1997 aparecen dos científicos —físicos teóricos ambos— el norteamericano Alan Sokal y el belga Jean Bricmont. El primero prepara cuidadosamente —en 1996— una operación encubierta, y pone de manifiesto, como punta de un iceberg, la asimetría arbitral en la cual incurre el grupo editor de una prestigiosa revista norteamericana de Ciencias Políticas y Sociales. Con el lema “El rey está desnudo” señala como una primera avanzada, lo que muchos científicos ortodoxos ya habían sospechado pero que no habían tenido los medios para denunciar. Al año siguiente, 1997, en compañía de Bricmont, con el libro titulado “Imposturas Intelectuales” formalizan detallada y analíticamente una denuncia acerca de perversión lógica y semántica en la cual se habían mantenido las más conocidas figuras de la intelectualidad postmoderna francesa, sus seguidores norteamericanos y sus exegetas tercermundistas y/o latinoamericanos. La polémica queda abierta y se hace necesario, en nuestros países, tanto un análisis como una posterior toma de posición.
(*): Publicado en la Revista
Informe de Investigaciones Educativas; Vol. XIII, N° 1 y 2. Año 1999, pp. 103-106

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