jueves, 11 de febrero de 2010

CUPO DIFERENCIAL: RECUENTO HISTÓRICO Y VISIÓN 2000 (1993)

Síntesis de la Ponencia presentada en el I Taller sobre Admisión en Educación Superior. Caracas, 29 al 30 de Octubre, 1993 (calidad de invitado y represenante de la UNA)

I.Introducción

El problema de la Admisión y Selección de estudiantes siempre ha estado dentro de nuestra preocupación institucional, social y científica. Este trabajo constará de tres partes; la primera será un breve y sintético recuento histórico de nuestra participación para resolver la problemática de Admisión y Selección planteada en el ámbito específico de la Universidad Central de Venezuela. El segundo se refiere al Cupo Diferencial, y a los intentos que hemos realizado en otras instituciones; Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y OPSU para implementar estas ideas. La tercera parte se referirá a cómo enfrentar el problema de esta década 1990/2000, adaptando hasta donde ello sea eficaz, eficiente u pertinente el concepto de Cupo Diferencial a las nuevas realidades de la sociedad venezolana.


II.Admisión y Selección

La década del sesenta fue, sin lugar a dudas, una época impregnada y saturada de sensibilidad social y política. Los profesores universitarios vivíamos permanentemente en el ojo del huracán.
Para proponer el concepto de Cupo Diferencial se tuvieron en mente dos ideas principales. La primera idea directriz era que el estudio universitario exige por una parte condiciones personales en el estudiante, asociados al concepto aptitudinal de la inteligencia, teniendo conciencia que si no se alcanzaban ciertos niveles de conocimiento la posible acción del egresado se verá restringida por esas limitaciones; la segunda idea, aceptando que en las mediciones de las aptitudes y de la inteligencia, siempre será necesario utilizar un contenido y éste será perturbado y modificado por la condición social y cultural en la cual se ha desenvuelto la vida familiar y estudiantil del alumno. Tratando de llegar a una solución de compromiso; justa y adecuada, a la problemática anterior, en 1964 propusimos formalmente en la implementación de la admisión para aquellas carreras que así lo ameritasen, el concepto del Cupo Diferencial.
Posiblemente ya sea conocido que el concepto central de Cupo Diferencial lo constituye el que los candidatos van a competir en cualquier tipo de asunto; test, pruebas, calificaciones o notas pero siempre lo harán dentro, o en relación con su propio grupo, estrato o región. Como una primera manera de operacionalizarlo se propuso: (a) Que el Cupo establecido para cada estrato fuese proporcional al tamaño poblacional del estrato. (b) Que los estratos se definieran mediante una variable de carácter social. Como se debe notar, la condición de proporcionalidad es diferente al concepto y es sólo una manera de operacionalizarlo.
La primera vez que tuvimos la oportunidad de aplicar el concepto, su operacionalización fue diferente a la versión original planteada. Sucedió en 1970. La Facultad de Medicina venía haciendo exámenes de selección desde 1960; en el año 1970 hubo una protesta estudiantil frente a la selección y como consecuencia de ello los aspirantes quemaron públicamente la prueba y se negaron a presentar la misma. El Consejo Universitario nombró una Comisión y se nos encomendó implementar un método alternativo para realizar la selección, ya que la necesidad de un cupo limitado; no sólo por una decisión política sino también por capacidad física y docente era ineludible.
La manera como se aplicó esta vez el concepto de Cupo Diferencial fue referir a cada candidato a la posición percentilar que ocupó en cada una de las materias cursadas en el quinto año de Bachillerato, y a partir de estos valores se calculó un valor promedio para todo el quinto año. En este sentido la variable social que estratificaría a la población fue las diferentes secciones de quinto año donde estudiaron los candidatos, suponiéndose que caada Liceo o Colegio recoge en sí unas ciertas características sociales. Dado que se calculó su posición percentilar promedio, teóricamente el cupo asignado a cada sección de quinto año fue aproximadamente proporcional al número de estudiantes de cada sección.
Con este ejemplo queremos indicar que el Cupo Diferencial no sólo se puede aplicar teniendo como variable de selección pruebas de aptitud, sino que también puede ser aplicado teniendo con variables de selección notas de bachillerato. La variable de estratificación puede ser también diferente: Estratos Socioeconómicos, Liceos y Colegios o Regiones

III.Otras versiones del Cupo Diferencial

A.Modelo de OPSU
En 1973 diseñamos para la OPSU el primer modelo de distribución y asignación matricular. En este Modelo tratamos igualmente de aplicar el concepto de Cupo Diferencial dentro de las limitaciones de un Sistema de Distribución. La variable de estratificación estaba constituida básicamente por la región; como variables de selección -en el caso de que la demanda superase el cupo- como si disponían de notas, se utilizaba un conjunto de índices que funcionarán jerarquizadamente, tales como estabilidad de la escogencia, tipo de institución, edad, antigüedad. El Esquema presentado fue implementado posteriormente en una versión más simple.

B.Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho
En julio de 1974 tuvimos la oportunidad de dirigir por corto tiempo el recién creado Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho. Allí aplicamos de manera más completa el concepto de Cupo Diferencial. Fue necesario adaptarlo a las condicionantes que el programa en su decreto de creación había establecido. Como variable estratificadora utilizamos el binomio conformado por dos indicadores; una que reflejaba la dimensión Urbano/Rural y la otra el tipo de Liceo o Colegio -Público/Privado- donde se había estudiado primaria y bachillerato. Se formaba así la conocida Cuadrícula de Selección.
El proceso de selección se inicia lógicamente con la formulación y diseño de un modelo de selección, y una vez que éste fue diseñado, se pasará a determinar los instrumentos de recolección de aquella información que sea pertinente para su construcción y utilización.
Para construir un modelo, aparte de las dificultades propiamente técnicas era necesario estar alerta -supuesto la no neutralidad de la ciencia- para que la selección y escogencia de variables y sus técnicas de medición, no desvirtuase los objetivos generales del programa y por ende su contribución con las orientaciones del desarrollo del país.
Esta consideración es en este caso, de particular importancia, pues ya en el corto tiempo de aparición del proyecto había surgido dudas o críticas, acerca de la pertinencia -en referencia a una ruptura de la dependencia tecnológica- precisamente respecto a los países que nos venden tecnología, del envío masivo de estudiantes al exterior, y ya se asomaba como una solución alternativa, el contratar profesores extranjeros para venir al país.
Esta crítica nos reforzó una idea importante para el desarrollo del modelo, enviar a las universidades del exterior únicamente a estudiantes de gran potencialidad académica, de tal manera, que no sólo sean capaces de superar el nivel técnico-científico que representan los estudios universitarios en países avanzados, sino que también puedan desarrollar una capacidad crítica, que les permita discriminar lo que de ese conocimiento aprendido es posible y conveniente aplicar al país, de lo que sería negativo y erróneo de aplicar, por no estar acorde con los niveles de racionalidad propio del conglomerado que habrá de manejar la tecnología. Esto implica necesariamente seleccionar a los estudiantes más capaces, o de mayor potencialidad.
Para construir una variable de selección adecuada y pertinente a la teoría que hemos mencionado, nos decidimos a tomar como indicador las notas académicas que los candidatos han obtenido en sus estudios formales, especialmente en Bachillerato y/o Educación Media y Técnica. La razón fundamental para la escogencia de este indicador, lo constituye el que en un corto plazo de treinta días, no teníamos absolutamente ninguna otra alternativa, tal como pudiesen haber sido las pruebas psicométricas. Esta decisión, aunque fue realizada por razones estrictamente pragmáticas, no es de ninguna manera y aunque no hubiesen existido las limitaciones de tiempo, una escogencia errada. En efecto, como indicador de rendimiento estudiantil, en estudios formales se había comprobado que tiene validez predictiva similar a las pruebas psicométricas. Esta característica la hemos podido comprobar en estudios e investigaciones realizadas en la Universidad Central de Venezuela, al evaluar el sistema de admisión de la Facultad de Medicina que durante mucho tiempo, hasta 1970, utilizó pruebas psicométricas como uno de los principales factores para la selección de estudiantes. (Granell, E. et all, 1968)[1].
Evaluado dentro de una situación más general este indicador tiene ventajas adicionales: su disponibilidad inmediata, que fue la razón principal, para su utilización en el programa; su costo prácticamente nulo y su confiabilidad absoluta. Este aspecto último es clave, en especial si se compara con pruebas psicométricas utilizadas repetidamente, usadas en una misma forma y en situaciones masivas -como sería el caso de un programa nacional de becas- estas pruebas necesariamente tenderán a ser conocidas por subpoblaciones de aspirantes y al perder su secreto se incidirá negativamente en su confiabilidad y validez, o más aún, se generarían errores sistemáticos que sesgan más gravemente aun al proceso de selección.
Seguimos pensando que las notas académicas son uno de los mejores indicaores para la selección estudiantil. Adicionalmente un tratamiento estadístico y psicométrico sobre ellas, permite filtrar mejor la información y hacer los índices aún más predictivos.
El indicador que en definitiva usamos no fue un índice simple, es decir que sea el promedio crudo de las notas que el estudiante haya obtenido en las asignaturas que ha cursado, el índice que se utiliza es un índice ponderado y aún más con doble ponderación por una parte en relación con al momento cuando fue cursada la asignatura, dándole mayor ponderación a los estudios más recientemente cursados, y por la otra en relación con la afinidad entre las asignaturas previamente cursadas y la especialidad que desea estudiar el candidato. Para implementar esta ponderación fue establecido una escala de proximidad en relación con cinco grandes áreas de clasificación que se denominan: (a) Física, (b) Biología y Química, (c) Matemática y Ciencias Formales; (d) Ciencias Sociales y e) Humanidades. Lógicamente recibirán mayor ponderación aquellas asignaturas cuya área de clasificación estuviese más próxima al Area de Clasificación de la carrera o especialidad que se desea estudiar.
Para establecer los pesos exactos para calcular el índice ponderado, fue utilizado el informe denominado Rendimiento Estudiantil publicado por la Universidad Central de Venezuela, en 1971, investigación en la que habíamos participado entre los años 1965 y 1970 (Vicerrectorado Académico UCV, 1971).
De esta manera teníamos ya nuestra primera variable para integrar el Modelo de Selección. El próximo paso era construir la variable de estratificación, tomamos lógicamente tanto el nivel socioeconómico del aspirante, como su procedencia regional, ya que taxativamente así estaba establecido en el decreto de creación del programa y por ello constituía la orientación social del mismo.
Para estimar el nivel socioeconómico de los candidatos, podríamos utilizar técnicas conocidas, de tomar un promedio ponderado en tres escalas -ocupación, ingreso y educación- en este caso de los padres o familiares representantes del candidato. Al igual que en el caso de la potencialidad académica, y el uso de pruebas psicométricas, si queríamos obtener una estimación confiable y válida, mediante la indagación directa y objetiva de las condiciones socioeconómicas del candidato nos veíamos confrontados con una limitación de tiempo y un uso extenso de recursos. En su lugar pensamos en una estimación de un solo factor que podría ser el monto del Impuesto sobre la Renta y/o una constancia certificativa de la autoridad civil. Estos indicadores propuestos en principio tenían algunas fallas: el primero, como el programa iba a ser dirigido a todos los estratos sociales, pero más precisamente a las clases de menos recursos, este indicador no era eficaz pues en esos grupos no se hace declaración de impuestos; en el segundo caso, comprendíamos que ese tipo de certificación y dada nuestra idiosincrasia tendría como indicador una confiabilidad muy baja o ser fuertemente sesgada. Ante esta situación optamos por un indicador indirecto; decidimos utilizar como indicador el tipo de liceo o colegio. Partimos del supuesto de que en esa época, determinados tipos de colegios o liceos, sintetizan de una cierta manera holística, los mismos factores que sirven para calcular el índice de manera directa y analítica. Este índice lógicamente tendrá una validez menor que el índice analítico directo, pero en compensación tendría una confiabilidad absoluta.
El índice que utilizamos en esta primera oportunidad partía inicialmente de la dicotómica entre dos valores: estudiar en Colegios Privados, que equivalía a un punto; y estudiar en Colegios Públicos que equivalía a nueve puntos. Dado que un candidato pudo haber estudiado en forma mixta para los diferentes años de estudio, se tomó entonces un promedio simple sobre los diferentes años, lo que generaba una variable de nivel métrico en escala de intervalo.
Desde el primer momento del uso de este indicador, nos dábamos perfecta cuenta de su fortaleza y sus limitaciones, lo primero está constituido por una confiabilidad absoluta, ya que es casi imposible falsear toda la información educativa que establece el colegio o liceo donde se ha estudiado y lo segundo está referido a su validez. Una vez más y enfrentándonos contra el tiempo, utilizamos el indicador sin una mayor elaboración, que se obtiene cuando se utiliza el criterio único: público-privado, como indicador de nivel socioeconómico. Con más tiempo y un poco más de información, hubiera sido posible utilizar este primer criterio, combinándolo con el sitio de ubicación del liceo o colegio y con el monto de la cuota de pago mensual y obtener así una escala con un número mayor de valores, por tanto más discriminativa. Este hecho con toda seguridad aumenta la validez del indicador.
Independientemente de la necesidad interna de la validez y confiabilidad de los indicadores utilizados, que constituye un punto obligado en la evaluación institucional del programa, considero que, desde un punto de vista estrictamente científico, la evaluación de este indicador de segundo grado y en sus diversas modalidades de discriminación, podría ser una contribución interesante en las Ciencias Sociales en Venezuela.
Aparte de la justificación substantiva y pragmática antes expuestos, una evaluación de los riesgos de cometer errores en virtud de la menor validez del indicador, nos llevó a analizar las consecuencias que este hecho reflejaría en referencia a los errores de medida. Estos errores tenderían a ser de magnitud muy pequeña aunque se diese en muchas oportunidades. Ahora bien, tratándose de un programa masivo, ese tipo de error no tenía absolutamente ninguna importancia, ya que en el caso de generarse aleatoriamente, la misma probabilidad tenía de ser de signo positivo que de signo negativo y en definitiva estaríamos otorgando becas -en promedio- a todos aquellos que lo merecieran. En cambio por su alta confiabilidad nos evitaba cometer errores de medida de gran magnitud o sesgados sistemáticamente y que lógicamente en este caso se darán en un solo sentido, y aunque en menos oportunidades, nos hubiese llevado a otorgar becas a candidatos que definitivamente no lo mereciesen.
La otra variable de estratificación que entrará en el Modelo de Selección, es la región de procedencia del candidato. En este caso no existe mayor dificultad en establecer una escala de tres valores: Metrópolis-Ciudad-Pueblo, que correspondía con los valores uno, cinco y nueve.
Con estas dos variables teníamos clasificado al aspirante en relación con su estrato de pertenencia; para hacer funcionar el modelo es necesario tener un criterio que lo relacionase con la variable de selección el promedio ponderado de las calificaciones de bachillerato.
La manera más simple es una doble clasificación del candidato: según su nivel socioeconómico y su procedencia regional. A este efecto se toman tres clasificaciones en el nivel socioeconómico, que de manera directa denominamos:
Grupo Alto; con promedio de 1, 2 y 3
Grupo Medio; con promedio de 4, 5 y 6 y
Grupo Bajo; con promedio de 7, 8 y 9.

En referencia a la procedencia regional se toman tres clasificaciones que denominamos:
Pueblo; con promedio 7, 8 y 9
Ciudad; con promedio 4, 5 y 6
Metrópolis; con promedio 1, 2 y 3.

Utilizando estas dos clasificaciones obteníamos nueve grupos o células donde quedan incluidos todos los aspirantes, conformando la llamada Cuadrícula de Selección.
Para hacer funcionar el modelo bastará seleccionar en cada célula un cierto número de aspirantes. Esto podría hacerse de diferentes maneras, la más inmediata sería seleccionar en cada grupo un número que sea proporcional al número de aspirantes, este criterio es el que desde 1965 hemos propuesto para operacionalizar el Cupo Diferencial en las universidades. Consideramos sin embargo, que la modalidad proporcional, que para la época constituía un sistema justo y equitativo, cuando se trata de ingresar a las Universidades, no lo sería en un programa de becas donde precisamente se quiere favorecer a los grupos más necesitados. En este caso los porcentajes o proporciones deberían fijarse normativamente con el propósito explícito de favorecer a los grupos más necesitados y provenientes del interior del país; por esta razón establecimos promedios diferenciales para cada célula de la Cuadrícula de Selección. Como casos extremos exigimos un promedio de 16 puntos paa el binomio Metrópolis/Alto y en el otro extremo exigimos 12 puntos para el binomio Pueblo/Bajo.

IV.Visión 2000

A partir de cierto momento ya no sería pertinente el Cupo Diferencial como lo hemos referido. Existen otras condicionantes que es necesario tomar en cuenta. Ya en 1984 planteábamos que era necesario introducir en el proceso de admisión y selección la condición de la estructura epistémica de las carreras universitarias, diferenciando entre las que hemos denominado Ciencias Materiales y Ciencias Sociales y muy específicamente diferenciando las que se pueden considerar básicas como Física, Química y Biología en referencia a las Ciencias Materiales y Psicología, Economía y Sociología entre otras, por las Ciencias Sociales. De la misma manera diferenciar entre las Aplicaciones Tecnológicas de las Ciencias Materiales y las Aplicaciones Pragmatológicas de las Ciencias Sociales, restando una consideración especial para las Matemática, las Ciencias Formales, la Informática y para Filosofía y Humanidades.

Adicionalmente se hace necesario en este momento introducir una nueva variable; el costo. En otras palabras, el gran problema de la gratuidad y la implantación de un sistema de becas.

En síntesis, como científico y especialista en esta materia considero que la solución a este complejo problema de la Admisión y Selección debe ser resuelto sin recurrir a lugares comúnes o a espejismos tecnológicos. A manera de ejemplo, en referencia a la utilización de pruebas psicométricas como instrumento de selección, que en su momento fue considerado dentro lo que he llamado el fenómeno del espejismo tecnológico, como lo más avanzado y así lo era, sostengo que fue prematuro su utilización, que de manera mucho más eficiente y económico ha debido utilizarse los promedios de calificaciones ponderadas y proceder como fue utilizado en el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho.


RESUMEN

El problema de la Admisión y Selección de estudiantes siempre ha estado dentro de nuestra preocupación institucional, social y científica. Este trabajo constará de tres partes; la primera será un breve y sintético recuento histórico de nuestra participación para resolver la problemática planteada en el ámbito específico de la Universidad Central de Venezuela. La segunda parte se refiere a otras instituciones; OPSU y Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y donde propusimos en un caso y aplicamos en otro, el concepto de Cupo Diferencial. La tercera parte se referirá a cómo enfrentar el problema de esta década 1990/2000, adaptando -hasta donde ello sea eficaz, eficiente y pertinente- el concepto de Cupo Diferencial, a las nuevas realidades de la sociedad venezolana. Se concluye con algunas cuestiones problemáticas que deben ser integradas dentro de un modelo de Admisión y Selección para que pueda lograrse un resultado aceptable en lo sustantivo, eficaz en su implementación y eficiente en su costo.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

GRANELL, Elena; Acosta, C.; Andrade, J.; Contasti, M.: "Validez predictiva del sistema de admisión y otros factores intelectuales y personales de los aspirantes a estudiar medicina". Revista Educación Médica y Salud. 2(4), 325-354; 1968.

[1]: GRANELL, E.; ACOSTA, C.; ANDRADE, J.; CONTASTI, M.: "Validez predictiva del sistema de admisión y otros factores intelectuales y personales de los aspirantes a estudiar medicina". Revista Educación Médica y Salud. 2(4), 325-354; 1968.

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