martes, 2 de febrero de 2010

EVALUACIÓN INSTITUCIONAL

Abril se ha iniciado con vientos del Sur. Al lado de las auditorías para detectar irregularidades académicas y/o administrativas, la evaluación institucional de las universidades debe tener un carácter prioritariamente académico. Como esencia, se tiene la creación y difusión del conocimiento, en función de una utilidad universal o nacional, presente o futura; ello la direccionaliza sobre esta dimensión académica. Más allá de la eficiencia puramente económica, debemos constatar básicamente la eficacia en cuanto a la existencia real de un conocimiento; creado, asimilado y difundido y la pertinencia de su aplicación para el beneficio de la humanidad.
Desde la llamada Renovación Académica de 1968, hemos estado presentes y pendientes por este desarrollo, desafortunadamente y ello deja una ya clásica vivencia agridulce, al ver que es ahora en esta década, cuando una idea añosa, que posee legitimidad por si misma, es impulsada y solicitada azarosamente por una moda o movimiento económico que se trasplanta al país bajo la denominación genérica de apertura y/o globalización. Este hecho puede incluso ser desafortunado, porque al lado de una idea y de un concepto legítimo, se nos tratará de vender, imponer o seducir con métodos, procedimientos y técnicas, ni pertinentes ni idóneas para concretarse dentro del contexto nacional, de una sociedad atrasada y penetrada.
Motivado por esa doble y opuesta motivación, entre Febrero y Abril de 1997, realizamos en la Oficina de Planificación y Evaluación Institucional con el financiamiento del Consejo de Investigaciones y Postgrado de la Universidad Nacional Abierta, un proyecto de investigación cuyos dos objetivos principales eran, por una parte crear un esquema global y comprensivo que permitiese utilizar de manera integral la información necesaria, y por otra, establecer bajo diferentes escenarios de disponibilidad y acceso a la información, los costos promedios para desarrollar el proceso de Evaluación Institucional. Asociados con estos dos objetivos explícitamente definidos, como científico y universitario, mantenía dos propósitos, por una parte demostrar que en nuestro medio universitario y con la ayuda de dos Expertos, uno en Informática Computacional, Ing. Edgar Matheus y otro en Evaluación Científica, Dra. Lourdes Yero, se podía diseñar un Esquema Metodológico y Procedimental tan sofisticado como cualquier otro que pudiésemos importar del exterior, con ello nos adelantamos a la contratación de empresas o fundaciones internacionales que pudiesen estar más interesados en hacer una tarea que en desarrollar un trabajo pertinente. Lo segundo, mostrar que este tipo de proyecto, desarrollado en todos sus extremos, tecnológicos, informáticos y metodológicos, necesariamente tienen un alto costo, aun mayor en nuestra realidad, donde la información rutinaria que generan los procesos, no queda almacenada y disponible para su uso, sino que en el mejor de los casos hay que editarla y reconstruirla para el logro de los resultados que se quisieran obtener. Esto también es importante, pues nos obligaría a buscar vías ingeniosas para obtener una meta con recursos limitados. Al lado de esta reflexión estamos en capacidad de presentar una cara mas práctica y optimista, que nos permite realizar una evaluación institucional, objetiva y científica por una parte y en un corto plazo, a un costo muy bajo, casi cero, por la otra. Pudiese ser un milagro. No lo es. En la evaluación institucional se distinguen en el ente a ser evaluado, claramente tres partes o instancias conocidas y clásicas: Entrada / Proceso / Producto. Las instituciones públicas en general, una vez más por la influencia de métodos trasplantados, inician la evaluación institucional por el Proceso, tal como puede hacerse en una empresa comercial bien establecida y desarrollada de un país industrial, tal como es recomendado por las metodologías en boga: Calidad Total y/o Reingeniería. Desde 1992 he asistido a las reuniones de OPSU/CNU, allí las universidades han sido renuentes a iniciar la evaluación institucional por donde es más sencillo iniciar, por el Producto. Ello es explicable ya que no desean establecer rangos y comparaciones entre ellas.
Públicamente puedo afirmar, con los indicadores que manejo, y ello es ampliamente compartido, que la universidad nacional que encabeza este rubro, en el Área Académica de Ingeniería es la Universidad Simón Bolívar. Aunque este rango sea en general positivo, ello no constituye necesariamente un mérito absoluto, ya que la evaluación institucional debe relacionar —estadística y técnicamente— el Producto con los Recursos de Entrada. En ese sentido, esta universidad ha sido privilegiada, no tanto por los abundantes recursos financieros que merecidamente recibe, sino principalmente porque hace una selección absolutamente rigurosa y objetiva que le asegura una población estudiantil con una media, dos Desviaciones Típicas por encima de la media nacional o equivalentemente en el 5% superior de la población. Cuando se ha intentado evaluar a nivel del Producto, no lo hemos hecho en las universidades, se ha utilizado como técnica, el uso de las encuestas, una vez más, procedimiento importado de dudosa utilidad para nuestro medio. Posiblemente esta técnica pueda dar resultados aceptables en universidades europeas, que ya han sido perfectamente ordenadas, jerarquizadas, según logros y prestigio del Producto / Egresado y donde se utilizarán las encuestas para profundizar en el nivel del Proceso.
En nuestro país recientemente se realizó una experiencia, donde el informe final presentado, por una reconocida encuestadora electoral, presenta fallas de carácter estadístico, en descargo diré que la empresa contratada para realizar esta tarea ha sido muy exitosa en la predicción electoral, pero con poca experiencia en este ámbito tan particular y especializado. Por tanto, la forma económica, eficiente y rápida para realizar una evaluación institucional de las universidades deberá comenzar a nivel del Producto, luego estudiar la información correspondiente al nivel de Entrada y finalmente designar comisiones internas en cada universidad, con la participación de un Representante Técnico OPSU/CNU, para que en un plazo no mayor de seis meses, evaluar a nivel del Proceso y proponer soluciones correctivas.
Para las fases de medición a nivel del Producto y cuantificación de Recursos de Entrada, afortunadamente y desde hace ya más de veinte años, distintos organismos públicos bien conocidos han recopilado información pertinente.
De manera especial con la Información que pueden proporcionar OCEI, Hacienda, OCP, Conicit, Fundayacucho, PPI, Conaba, Conades, Fundacredesa, Proforhes / OPSU / CNU, y con un procesamiento estadístico adecuado, a un costo mínimo y en corto tiempo, se puede tener una jerarquización objetiva de las universidades. Las particularidades de cada institución que puede explicar parcialmente las diferencias que se encuentre, Selección / No Selección por ejemplo, serán considerados y analizados posteriormente en las fases siguientes. De igual manera existe abundante información a nivel de Entrada y estableciendo la relación del Producto con la Entrada se tendrá una forma de contrastar y validar la conclusión de las comisiones internas de las universidades.

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