martes, 2 de febrero de 2010

Fatalidad y Desencuentro con las Gorgonas (*)

(*): Veinte años después, con relación al rechazo como Credencial de Mérito para ascender a la categoría de Profesor Titular de mi Trabajo de Investigación titulado: "Aproximación Métrica a a fenómenos complejos en Psicología y Ciencias Sociales"
El Contexto. En primer lugar trataré de dar una breve explicación del por qué he desarrollado un carácter incómodo y aparentemente contradictorio: amable y tranquilo en lo personal; agresivo y prepotente en lo intelectual. Creo que desde mi entrada en la docencia en 1960, hasta el año 1970 que me fui a España, la vida universitaria en la Facultad de Humanidades y Educación —por las circunstancias políticas que vivió el país— no me fue grata y por ello hube de desarrollar ciertos mecanismos psicológicos para sobrevivir en un medio difícil y seguramente hostil. Entre 1955 y 1961, los años de estudios universitarios, fueron años felices sin que nos percatáramos de ello; entre el 21 de noviembre de 1957 y el 23 de enero de 1958, vivimos momentos paroxísmicos de excitación, coraje, temor, riesgo y compromiso. En 1960, estudiando cuarto año de Psicología, por pura casualidad me enteré, que se iba a seleccionar un preparador para la Cátedra de Estadística, al irme a postular se me dijo que ya había sido seleccionado un alumno del tercer año. Protesté, y como consecuencia se hizo un pequeño concurso entre los dos aspirantes. Resultado, se decidió incorporar dos preparadores, uno diurno y otro nocturno. Está bien. En 1961, ya graduado, estando entre los treinta concursantes seleccionados para estudiar en el CENDES, me enteré, también casualmente, que mi amigo J.J. Espinoza, había sido contratado como Profesor a Dedicación Exclusiva en la Escuela de Educación, y que le habían solicitado adicionalmente, que dictara uno de los cursos de Estadística en la Escuela de Psicología, ya que el Profesor Titular Dr. Ernesto Rivas González se retiraba. Habiendo sido preparador de la materia, solicité una explicación; se me dijo que se había pensado en mí para un seminario opcional. No estuve de acuerdo y se me contrató como Profesor a Tiempo Convencional para dictar un curso de la asignatura. En 1963 me fui a Boston, regresando a finales de 1964. Entre 1961 y 1965, todavía se encontraban la Escuela de Psicología alumnos de gran potencialidad aptitudinal; recuerdo entre otros a Annie Benko, Marylinda Bendayán, Thaís Aulestía, Aline Lampe, María Breto, Elena Granell, Elsa de Novi, Beatriz Manrique, Corina Parisca, Margoth Ponce, Alba Fernández, Elena Paz, Dalia Bolívar, Yolanda de Venanzi y Fabio Chacón. Entre 1965 y 1970 toda la situación comenzó a cambiar; durante ese período fui protestado sistemáticamente por grupos estudiantiles, de tal forma que ya en los últimos años, a partir del mes de marzo, mi amigo J.J. Espinoza tenía que sustituirme y terminar el curso. También era sistemáticamente protestado un colega de apellido Guilarte, supuestamente ligado al partido Acción Democrática. En 1970 me fui a Madrid. Tuve más suerte o más fuerza que Guilarte, que cansado de tanta protesta renunció y se fue al Pedagógico de Caracas.La fuerza para resistir se generaba en mi ambición por comprender y dominar el mundo, la vida y el saber. Se afianzaba precisa y únicamente en el ámbito científico y estrictamente académico. Había realizado estudios —en ese momento— de Doctorado, formando parte de la primera promoción del CENDES, institución universitaria con gran reconocimiento aún desde su mismo origen. Venía de realizar un Postgrado en Estadística y Modelos Matemáticos en el más prestigioso aún, Instituto Tecnológico de Massachusetts y, adicionalmente, había sido distinguido por el Dr. Francisco de Venanzi para que ingresara como Miembro Académico a la Comisión de Auto Estudio y Planeamiento de la Universidad Central de Venezuela, donde compartía responsabilidades con personalidades universitarias de gran influencia y/o autoridad. Además del Rector Bianco y del Dr. De Venanzi, se encontraban: Dr. Plaza Izquierdo (Vicerrector), Dr. Alonzo Gamero y Dr. Manuel Benezra (Decanos de Ciencia y Agronomía en representación del Consejo Universitario), Emiro Rotundo Paul (Director de Administración), Virgilio Urbina (Director de Presupuesto), Carlos Añez Di Prisco (Jefe de Planificación Física), Antonio Olaizola (Director de Planeamiento), Guillermo Sánchez Ramos (Jefe de Organización y Método).A partir de 1972 a mi regreso de Madrid, decidí explicar la estadística de una manera conceptual, es decir, sin utilizar el instrumental matemático, ya que el nivel promedio del estudiantado era muy escaso. Supongo que dada una distinta situación política en el país, un menor nivel de aplazados y una Tesis Doctoral con un premio internacional, terminaron con las protestas, pero —como pude comprobar más tarde en 1977— no con las causas que las habían generado.En Agosto de 1974 cuando diseñaba y ponía en marcha el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, en una reunión social con Antonio de La Rosa, un amigo común, Leomar Flores, quien durante muchos años había sido destacado dirigente estudiantil, me comentó que tanto las protestas en mi contra, como en contra del profesor Guilarte, eran inducidas. Me confesó el pecado, mas no el pecador.El Recuerdo. En los últimos días de 1976, de una manera apresurada y frenética, pude hacer entrega formal de mi trabajo. Con este acto, liberaba mis propias pulsiones y me permitía aceptar con tranquilidad que estaba culminando una fase muy importante de mi carrera académica; lograr el escalafón de Profesor Titular en el tiempo mínimo reglamentario de quince años. Al salir a la Plaza Interior, vivencié la tensa plenitud que significa la existencia y pasión por el conocimiento, absorto en esa magnífica ensoñación, iluso de mi, no me había percatado que en el más lejano y escondido rincón del sureste, las tres Gorgonas se habían mirado con estupor y rabia. El azul penitente de la tarde, trémulo y leve, se habría de transmutar en laberinto oscuro y pétreo.La Estrategia. Desde el comienzo de mi carrera docente, como Profesor de Psicometría y de Estadística en la Escuela de Psicología de la UCV, he reconocido que esta disciplina —la Psicología— como actividad científica podía situarse entre una multipolaridad de atracciones, llamando mi atención, por una parte, el formalismo psicométrico y por la otra, las interpretaciones totalizante propias de una disciplina social. El hecho de que esa escuela se encuentre ubicada en la Facultad de Humanidades y Educación, y que ésta, por circunstancias históricas y políticas bien conocidas, y por su propia condición disciplinaria, ha estado siempre abierta y permeable al juicio criterial de expertos y autoridades consagradas, me llevó a decidir, como medida de prudencia, que para todas aquellas credenciales académicas —monografías, tesis y trabajos de ascensos— que tuviesen que ser evaluados por un Jurado nombrado con ese único y exclusivo propósito, me resultaría muy conveniente, no tratar aquellos tópicos que por su naturaleza se prestasen para la controversia y la polémica, pues toda discusión sobre conocimientos especulativos, me parecía, por una parte, inútil y, por la otra, poco confiable, extremadamente peligroso para quien presentase el trabajo, máxime si se mantenían juicios, valores o enfoques que de alguna manera fuesen opuestos a los que tuviesen los miembros del Jurado. Por estas razones había orientado todos mis esfuerzos de investigación científica, en lo que respecta a la Psicología, hacia temas de Psicometría, área que dentro de esta disciplina, no se presta para opiniones y juicios criteriales de autoridades consagradas, tal como podrían serlo, las teorías sociales o las cuestiones filosóficas. Me reforzaba además en esta posición, el hecho de haber estudiado Estadística y ser profesor de esa disciplina, que constituye el instrumento operacional básico de la Psicometría. Hoy en día establezco la diferencia entre Informes Técnicos, que se aproximan a lo que convencionalmente puede definir el concepto de investigación, basados en Mediciones Atributivas y/o Mediciones Sustantivas, todas ellas dentro de un riguroso enfoque operacional, y Ensayos Epistémicos, más especulativos y cercanos a la construcción científica, donde se puede dar una búsqueda heurística de relaciones conceptuales, utilizando inteligentemente la metodología de Flamas, Fulguraciones y Arco Iris.El Trabajo. Veinte años más tarde, sigo considerando que se trata de un trabajo bien conceptualizado, bien logrado y lo he aplicado en numerosos casos donde he tenido que trabajar con variables ordinales. En este período me he desarrollado como investigador y mucho más aún como científico. En este momento podría criticar mi propio trabajo, expresando que pudiese parecer ser muy simple para constituir un trabajo de Ascenso para Titular, pero ello sólo en referencia al procedimiento de cálculo, presentando en el Capítulo Cuarto, pero tanto la justificación epistémica del Capítulo Introductorio, como la conceptualización del Modelo Teórico subyacente del Capítulo Segundo, desarrollo que hace válido el uso de ese procedimiento estadístico sencillo, para que pueda ser aplicado a un fenómeno complejo, me sigue pareciendo un logro interesante. Todo ello queda reflejado en el propósito:
"El propósito de este trabajo consiste en mostrar que, sobre estas variables ordinales que recogen las complejidades de aspectos de difícil medición y obtenidas mediante los juicios sintetizadores, es posible, con la ayuda de hipótesis o modelos teóricos, suponer una cierta forma de distribución, si la variable pudiese ser medida en nivel métrico y con esta hipótesis permitir un tratamiento estadístico de este nivel". "A manera de ejemplo, citaremos el caso del coeficiente de correlación ordinal de rangos de Spearman, donde el sistema de rangos utilizados, supone implícitamente una distribución uniforme. Históricamente, en los procedimientos estadísticos para el cálculo de ciertas características de una distribución y, en especial, en los cálculos de coeficientes de correlación, tuvo y tiene todavía aceptación aunque ya no tenga vigencia, usar fórmulas que trabajasen sobre estructuras ordinales en lugar de utilizar aproximaciones métricas. Este tratamiento permitía ahorro de grandes volúmenes de cálculos, que en un principio tenían que realizarse de forma manual o en calculadoras mecánicas. Estas razones con el advenimiento de los computadores electrónicos han desaparecido, pero en cierta forma continúan utilizándose las antiguas fórmulas y han frenado la búsqueda de aproximaciones métricas a variables ordinales. Este es el trabajo que aquí proponemos". Podemos simplificar drásticamente esta explicación, diciendo que con la aproximación métrica en el trabajo presentado, estoy repitiendo lo que ochenta años antes había hecho Spearman, aunque esa no fuese su intención y con dos diferencias que son las que permiten que pueda considerarse valioso como Trabajo de Ascenso. Al aplicar la fórmula de Spearman, se está asumiendo la hipótesis antinatural de que los fenómenos sociales —si se pudiesen medir en el nivel métrico—, tendrían una distribución rectangular uniforme. Cualquier científico, aun sin necesidad de justificarlo —como lo hago en el Capítulo Primero y el Capítulo Segundo—, tendría todo el derecho, en lugar de utilizar esa hipótesis artificial, a utilizar la hipótesis más natural de que los Fenómenos Sociales —aun los que no son de naturaleza compleja— se pueden distribuir según la Curva Normal de Gauss (Campana de la Naturaleza). Adicionalmente utilizamos la Esperanza Matemática de una Distribución Truncada, cuya área en la Curva Normal se corresponde con las de las Categorías Ordenadas de la Variable Ordinal, cuestión que desarrollo en el Capítulo Cuarto. Se puede utilizar un procedimiento más simple aún, calculando el punto medio del intervalo. Estas dos diferencias hacen que mi trabajo lo suficientemente robusto para un Trabajo de Ascenso a Titular. Allí habíamos expresado:
"En el segundo capítulo de este trabajo, presentamos la caracterización de lo que hemos denominado un fenómeno complejo y como a partir de sus condiciones, se pueden establecer las características de una distribución subyacente. En el tercer capítulo presentamos el procedimiento operacional empírico que define la medición y la formalización en el nivel ordinal del ordenamiento de las categorías. En el capítulo cuatro se calcula la aproximación métrica utilizando la hipótesis subyacente de Normalidad. En el capítulo quinto se presentan los procedimientos para aplicar el método descrito. En el capítulo sexto se presentan las conclusiones del trabajo, confrontando sus alcances con sus limitaciones". Hoy, veinte años más tarde, sólo haría explícito que las variables ordinales previamente medidas deben ser observadas sobre Universos Canónicos y/o Intactos definidos por comprensión, en oposición a Universos Fragmentados y/o Truncados definidos por extensión.Nótese que el segundo capítulo, que se refiere a la conceptualización y el capítulo cuarto donde se elabora la fórmula que calcula la aproximación métrica, son los dos capítulos fundamentales del trabajo. El tercer capítulo que objeta el Jurado, supuestamente es donde se omite una supuesta base empírica en relación con el isomorfismo de una escala ordinal, por su carácter formal y matemático, constituye sólo una referencia de carácter bibliográfico, cuyo propósito consiste precisamente en resaltar la necesidad de una medición rigurosa en la escala previa de partida para la Aproximación Métrica que es la escala ordinal. Así lo hicimos explícito en el comienzo de ese Capítulo tercero, expresando con total honestidad intelectual que tratándose de una referencia lo había tomado del libro de Suppes:
"En este capítulo presentaremos el proceso y la formalización correspondiente de las operaciones que sirven de base para clasificar los objetos en categorías y para ordenar las categorías, lo haremos en los términos establecidos por Suppes (1963)". El Jurado. Para el momento de presentar este trabajo, entre los profesores de gran prestigio académico que en la Universidad Central de Venezuela tenían conocimiento especializado y/o relación con el tema de Psicometría, Estadística y/o Medición en Ciencias Sociales, estaban los siguientes:
Francisco del Olmo, Egresado de la Universidad de Barcelona, Doctor en Psicología. Profesor de Estadística y Evaluación de la Escuela de Educación.
Constancio de Castro Aguirre, Egresado de la Universidad de Madrid. Doctor en Geografía. Profesor de Estadística y Psicometría e Investigador del Instituto de Psicología.
José Miguel Salazar. Egresado de la Universidad de Londres, Doctor en Psicología Social. Profesor de Psicología Social e Investigador del Instituto de Psicología.
Ernesto Rivas González. Egresado de la Universidad Central de Venezuela, Doctor en Estadística. Profesor de Estadística en la Escuela de Psicología y en la Escuela de Estadística y autor de dos libros de Estadística: Estadística General y Estadística Aplicada a las Ciencias Sociales.
José A. Silva Michelena. Egresado de la Universidad Central de Venezuela. Doctor en Ciencias Políticas. Profesor de Metodología en el CENDES y el MIT e Investigador en Conflicto y Consenso.Adicionalmente, y aunque no tenían —para ese momento— la Categoría de Profesor Titular y/o el título de Doctor, eran especialistas en Psicometría los Profesores Miriam Dembo, J.J. Espinoza, Elena Granell y Julia Penfold.Entre principales y suplentes, éste debería de haber sido el Jurado, idóneo, competente y de gran altura intelectual y científica para leer y evaluar mi trabajo. En su lugar, el Consejo de la Facultad de Humanidades y Educación —autor intelectual de esta conspiración— en Enero de 1977, decide nombrar el siguiente Jurado:
Jeannette Abuhamad. Egresada en Sociología de la Universidad Central de Venezuela. Profesora de la Escuela de Sociología. Facultad de Economía.
Jesús González, Egresado en Matemática y Física del Instituto Pedagógico. Profesor de la Escuela de Matemática. Facultad de Ciencias.
Juan Nuño. Egresado en Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Profesor de la Escuela de Filosofía. Brillante columnista de artículos de opinión y crítica cinematográfica.
Omar Menéndez. Egresado en Pedagogía de la Universidad de Tucumán. Profesor Contratado en la Escuela de Psicología.
Eduardo Menda. Egresado en Economía de la Universidad Central de Venezuela. Profesor de la Escuela Computación. Facultad de Ciencias.
Máximo García Sucre. Egresado en Física. Profesor de la Universidad Simón Bolívar e Investigador Titular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).Bastaría haber comparado —en ese momento— el Jurado que ha debido ser, con el que fue escogido con pinzas por el Consejo de Facultad, para sospechar la existencia de una situación irregular y malsana.Desde el punto de vista de la adecuación y competencia del Jurado nombrado para evaluar un trabajo especializado de Psicometría, extraña no sólo su heterogeneidad manifiesta e inexplicable, sino que resalta también el hecho de que ninguno, absolutamente ninguno de los miembros del Jurado, sea psicólogo profesional, ni especialista —por publicaciones o grado— en Psicometría y/o del tema de medición en Psicología. Se descubre también, de forma escandalosa y contradictoria, que aún dentro de la heterogeneidad ya mencionada, precisamente no se haya escogido para integrar el Jurado, ningún especialista en Estadística y/o egresado de la Escuela de Estadística, siendo que esta disciplina constituye el instrumento metodológico básico en la investigación científica, tanto en Psicología como en Ciencias Sociales.Nombrando especialistas de otras áreas, aunque sean de disciplinas instrumentales afines, por esa condición, sólo serían capaces de analizar las relaciones y/o procedimientos dentro de una parcela limitada de conocimientos y en todo caso sólo estarán en capacidad de aprobar o no, el detalle en el uso de una determinada técnica, o de un determinado concepto, pero lo que es más importante y crucial, es que de ninguna manera pueden evaluar el aspecto global más relevante de un trabajo de investigación, que lo constituye su aporte al avance del conocimiento científico en una determinada disciplina, ya que por ser especialistas de otras áreas, no dominan con profundidad ese otro conocimiento.En ningún momento pasó por mi mente el significado de haberse escogido un Jurado tan extraño, heterogéneo y especial. Posiblemente porque sostenía una convicción absoluta sobre la calidad de mi trabajo. Por ello ni siquiera me llamó la atención la conformación del Jurado, a pesar de que, tanto en mi Concurso de Oposición, como en mi defensa de los Trabajos de Ascenso a las Categorías de Asistente, Agregado y Asociado, todos, absolutamente todos los miembros del Jurado, habían sido profesores de la Escuela de Psicología.Por alguna razón que tampoco capté como indicio, ya que me pareció lógica, los profesores Jeannette Abuhamad (Principal), García Sucre y Menda (Suplentes), renunciaron, aduciendo que no eran especialistas en el tema. Tampoco lo eran González y Nuño, que se quedaron como principales, Menéndez, que era Profesor Contratado, con pocos años de haber llegado del Lejano Sur como pedagogo, conocía el tema y con cierta justificación podía permanecer en el Jurado. ¿Por qué no renunciaron González y Nuño?La Defensa. Al momento señalado me presenté; ya el Jurado había llegado y estaba reunido. Al pasar una hora, fui a averiguar para saber qué sucedía; se me informó que el Jurado le había hecho algunos señalamientos al trabajo y que estaba tomando la decisión de solicitarme modificaciones. No estuve de acuerdo, ya que en principio y sólo para correcciones de forma, debía habérseme notificado antes de convocar la defensa. Pasó otra media hora y se me informó que además de lo señalado anteriormente, las condiciones de seguridad en el recinto universitario no eran adecuadas para realizar el acto, ya que la Policía se aprestaba a tomar la Universidad, como en efecto sucedió, aunque sólo parcialmente, una hora más tarde. Estuve de acuerdo, pero hice notar que la decisión debía partir del Jurado y no de mi persona. Nueva deliberación y finalmente el Jurado decidió realizar el acto. Durante la defensa, sólo un miembro del Jurado era el que intervenía, se refería a algunas cuestiones elementales de Teoría de Conjuntos y al requerimiento de mostrar la base empírica de un cierto isomorfismo en relación con la escala ordinal. Además de expresarle que ese no era el propósito de mi trabajo, expuse que éste se refería específicamente a una aproximación métrica —al igual que Spearman— y que de la misma manera que este autor, como un dato del problema, yo tomaba como punto previo de partida, una escala ordinal. Sólo a manera de referencia en relación con la escala ordinal, había incluido la mención de un isomorfismo. El grave problema para mi, era que sólo uno de los miembros del Jurado podía conocer quién era Spearman y que representaba el Coeficiente de Correlación Ordinal de Spearman. Llegado un momento le pregunté a los otros miembros del Jurado si no tenían alguna observación que hacer. Me hicieron dos preguntas, que respondí, supongo que satisfactoriamente.La situación se hizo tensa, pero no tanto por el acto en sí, sino porque el salón utilizado para la defensa, era el único abierto en ese momento y un numeroso grupo de personas que venían huyendo de la Policía desde la entrada de la Plaza Venezuela, e iban hacia las Tres Gracias, lo utilizaban como paso obligado en ese recorrido. Se dio por finalizado el acto y el Jurado expresó que emitiría el veredicto en 24 horas.La opacidad científica e intelectual del acto y la huída frenética de los transeúntes, constituían un doloroso, deprimente e injusto espectáculo para la evaluación de un trabajo de investigación presentado como credencial de mérito para el ascenso a la máxima categoría académica universitaria de Profesor Titular y que, adicionalmente, intentaba situarse en la frontera del conocimiento, en cuanto a la medición de fenómenos complejos en Psicología y Ciencias Sociales.El Veredicto. Comenta un refrán español: "para decir mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado"; podríamos interpretarlo, y afirmar que para simular conocer lo que no se conoce, hay que ser sumamente hábil, si no, fácilmente se descubre la farsa y los farsantes.El veredicto, negando lo que debería ser una práctica ética y científica, y contrario a lo que específicamente establecen los Reglamentos cuando se evalúa un Trabajo de Ascenso, decía escuetamente: "Finalizada la defensa pública del trabajo, el Jurado, luego de deliberar, señala que: a) el trabajo carece de base empírica suficiente en relación con el isomorfismo aludido en el mismo, tanto en la base operacional como en la aplicabilidad del resultado pretendido; b) existe falta de consistencia en la estructura matemática planteada".El trabajo presentado es estrictamente de carácter teórico metodológico, por tanto tiene que ser visto bajo esa óptica. Ello quiere decir que el Jurado tenía que evaluar: a) Si se presentaba una concepción epistémica coherente con el desarrollo a ser presentado. (b) Cómo a partir de la caracterización estructural de un Fenómeno Complejo se justificaba la utilización del Modelo Normal como variable subyacente de nivel métrico. (c) Si el procedimiento para la asignación numérica —Esperanza Matemática— era el mejor y si la derivación de la fórmula de cálculo era realizada correctamente. Por ello, en ningún caso había que presentar una "base empírica", ni suficiente ni insuficiente, tanto para la "base operacional" —sea esto lo que fuese— como para la validez de "la aplicabilidad del resultado pretendido". El resultado pretendido, logrado y justificado es un procedimiento y una fórmula estadística, que permite asignar Números a las Categorías Ordenadas de una Variable Ordinal, utilizando como Modelo Subyacente la Distribución Normal de Gauss.Esta crítica, si fuese pertinente —es decir, si mi trabajo fuese la construcción de una escala métrica y no una aproximación métrica— puede entenderse fácilmente. Mencionar que existen dos escuelas en el tratamiento de la medición, tanto de fenómenos físicos como de fenómenos sociales. La escuela fundamentalista que a partir de Campbell (1921) estudia la formalización de las medidas de masa, longitud y tiempo, y otra escuela de Krantz/Suppes que en especial para Ciencias Sociales mantiene planteamientos diferentes.Dice Krantz:
"In the social sciences, there are no measurement procedures comparable to the ones used for measurement of mass, length and time. Therefore, when an axiomatic theory of measurement is applied in a social science contex, the axioms are not obvious properties of long-established procedures, rather they are a set of proposed laws, which are not at all trivial". Dice Suppes:
"Some writers of measurement theory appear to define scales in terms of the existence of certain empirical operations. Thus interval scales are described in terms of the existence of an empirical operation which permits the subjetc (observer or experimenter) to compare intervals and to indicate in some way whether or not the are equal. In the present formulation of scale type, no mention is made of the kinds of "direct" observations or empirical relations that exist (in the empirical relational system)". De alguna apresurada lectura se tomó aquello de "base empírica suficiente", "base operacional", "aplicabilidad del resultado". Pero lo más absolutamente dramático y absurdo de todo este veredicto, es que la discusión anterior es absolutamente gratuita en relación con mi trabajo, ya que esa discusión pudise haber sido válida, si y sólo si, el objetivo de mi trabajo fuese el de proponer y construir una escala: Nominal, Ordinal o Métrica, pero precisamente ese no era el objetivo o propósito de mi trabajo, ya que se trata de una aproximación métrica, entendida como la posibilidad de aplicar procedimientos propios de este tipo de nivel, a variables de nivel ordinal. Basta ver el título: "Aproximación métrica a fenómenos complejos en Psicología y Ciencias Sociales", y tal cual lo había afirmado en la Introducción cuando digo que el propósito del trabajo consiste en mostrar que, sobre variables ordinales —dadas como punto de partida— que recogen las complejidades de aspectos de difícil medición y obtenidas mediante los juicios sintetizadores, es posible, con la ayuda de hipótesis o modelos teóricos, suponer una cierta forma de distribución, si la variable hubiese podido ser medida en el nivel métrico y con esta hipótesis asignar números o cifras que permitían un tratamiento estadístico propio de este nivel métrico.En relación a las "inconsistencias matemáticas" expongo que he revisado minuciosamente los desarrollos matemáticos y estadísticos y todavía no he encontrado ningún tipo de inconsistencia. Comentándolos en orden de importancia señalo, que el primer desarrollo (metodológico( Capítulo II, que consiste en la generación del Modelo de Distribución Normal, y que permite la aproximación métrica, aparte de ser realizado muy (excesivamente( detallado, presenta al final, una simulación numérica para comprobar los resultados, y éstos concuerdan perfectamente. En el segundo desarrollo (procedimental( Capítulo IV, que consiste en el cálculo de la Esperanza Matemática de una distribución truncada, igualmente se realiza detalladamente y concluye en una fórmula cuya validez puede ser comprobada sin ninguna dificultad. En el tercer desarrollo (expositivo( Capítulo III, que consiste en describir el proceso de formalización de la escala nominal y de la escala ordinal, a partir de lo cual se aplica la aproximación métrica, lo único que he encontrado es una traducción no usual, de un término del inglés. Por otra parte, esa exposición fue incluida sólo para mostrar el punto de partida de la aplicación del Modelo, y la necesidad de una medición rigurosa en ese nivel ordinal, cuestión que se dice explícitamente en la tercera conclusión del trabajo, que dice:
"los procedimientos y operaciones empíricas que sirven de base para la clasificación de objetos dentro de cada categoría y para la ordenación de las categorías, deberán ajustarse lo mejor posible a las condiciones de los niveles nominal y ordinal de medición". Simplificando: dado un cierto tipo de Universo, teniéndose un Fenómeno Complejo medido previamente por una Variable Ordinal, con mi trabajo había justificado conceptualmente la validez y había desarrollado un procedimiento estadístico que me permitía convertir "categorías ordenadas" [nivel ordinal] en "cifras" [nivel métrico], igual que ochenta años atrás, lo había hecho (con otros propósitos y sin que esa fuese su intención) Spearman.Conclusión. En síntesis, el Jurado ni siquiera fue capaz de entender cuál era el propósito del trabajo, como su intención a priori y predeterminada, era la de rechazarlo, entonces, a posteriori se inventó razones que no concuerdan, que son contradictorias, con lo que era el propósito del trabajo. Queda además claramente establecido que los miembros del Jurado, en la materia sustantiva que se examinaba, no tenían el conocimiento pertinente, es decir, desconocían aunque fuese de manera superficial el tema del trabajo. Bajo esas condiciones el rechazo fue un acto inmoral, infame y premeditado.Coda I. La Revancha. En 1984, con motivo de la proximidad de los cuarenta años, de la Facultad de Humanidades y Educación, con un Comité Editorial favorable, en conjunto con el profesor Constancio de Castro, enviamos tres trabajos para ser publicados en un libro sobre el tema de la Aproximación Métrica a Variables Ordinales. Uno de ellos era ese trabajo. Cuando se formalizó la publicación, me vi en la obligación de explicitar que uno de los trabajos había sido rechazado como Trabajo de Ascenso. Como ya el trabajo había sido aceptado, el Comité Editorial encontró como alternativa, el solicitarme que fuese (formalmente( modificado, para poder justificar su publicación. En esa oportunidad reforcé el primer capítulo, con los nuevos avances epistémicos que había alcanzado, eliminé el Capítulo III que tenía poca utilidad y que era en donde supuestamente faltaba la base empírica en relación con el isomorfismo que caracteriza la escala ordinal, y agregué un nuevo capítulo muy importante, que se refiere a una aplicación en relación con la medición de la calidad de las Facultades de Ingeniería de las Universidades Venezolanas. Todos los demás capítulos, y en especial el Capítulo Segundo y el Capítulo Cuarto, quedaron intactos.Coda II. Tres Personajes en busca de un Autor. Este es un relato verídico, sin embargo autorizo al lector a pensar que se trata de una ficción literaria. Probablemente, hoy en día, estas cosas no suceden.PRIMER PERSONAJE: El Hombre de Moscú. A comienzos de 1977, muy por la mañana antes del desayuno,me sorprendió una llamada telefónica de un profesor. Me informaba que había sido nombrado jurado y que quería saber si el trabajo presentado era una de mis dos tesis doctorales. Respondí que era un trabajo distinto, hecho específicamente para el ascenso, pero que estaba en la misma línea temática de todos los anteriores: Medición en Psicología y Ciencias Sociales. Me comentó que estaba sumamente interesado en esa problemática y que si podía hacerle llegar copia de las dos tesis. Así lo hice inmediatamente, pues me sentía muy satisfecho por haber conseguido un nuevo lector. Me informó que pronto tendría que viajar a Europa —creo que a la Unión Soviética, motivado por un tratamiento médico y por un período de tres meses—, pero que dado su interés en el tema, quería estar presente en la defensa, y por tanto me agradecía que le comunicase al Coordinador —siempre que yo estuviese de acuerdo— para que no se convocase la defensa, hasta que él no regresase. También, con muy buena disposición, así lo hice.SEGUNDO PERSONAJE: El Peninsular. Este personaje tenía fama de ser sumamente duro, inteligente y atravesado; se decía que en un Concurso de Oposición en Lógica, le había puesto 01 a un participante, que no era filósofo sino arquitecto, para evitar que el promedio fuese mayor de 15 puntos, ya que los otros dos miembros del Jurado, habían dado veinte puntos cada uno. Luego de haber transcurrido veinte años y mediando entre nosotros, la paz de los sepulcros, puedo recordar sin rencor, el hecho que cuando nos dirigíamos al salón para la defensa, me dijo en un tono más amigable que ominoso: "Profesor, ¿sabe a lo que se está exponiendo?", le respondí "Sí, pero será en un acto público y con testigos". Meses más tarde, cuando ya había publicado y divulgado por la prensa, lo que consideré un acto infamante en mi contra, otro peninsular amigo común, le preguntó el por qué se había tomado una decisión tan injusta. Respondió que el Hombre de Moscú le había asegurado que mi trabajo tenía graves fallas e inconsistencias matemáticas, y que —viniendo de donde venía la afirmación— le había creído, aunque posteriormente y después de consultar con otras personas, pensaba que la decisión había sido oscura.TERCER PERSONAJE: El Austral. Este personaje compartía conmigo la cotidianidad de cursos en la Escuela de Psicología. Era un personaje simpático, nervioso y conversador, le había demostrado un buen aprecio y aún después de ese episodio, no le he guardado ningún tipo de rencor, pues consideré que él fue una víctima más, de un sistema que había generado mucha perversidad. Hacia las nueve de la noche de ese día, muy agitado se presentó en mi apartamento para darme a conocer que el Jurado había decidido rechazar mi trabajo. El quería votar a mi favor, pero el Hombre de Moscú le había asegurado que para poder votar en contra de la decisión, tenía previamente que refutarle todos los argumentos de tipo matemático que él decía tener en relación con mi trabajo. No sé cuánto de verdad pudo haber en esa confesión, pero comprendía perfectamente, que si el Austral decidía no firmar y el fallo no era emitido por unanimidad, entonces esa rebeldía, tratándose de un profesor extranjero, contratado y en la Facultad de Humanidades, podía acarrearle algún tipo de problemas. De buena fe le dije, que lo afirmado por el Hombre de Moscú, era una falacia, que él podía votar en contra, aún sin dar ningún tipo de explicación, pero que yo consideraba que con su voto no cambiaba la situación y que por tanto, estaba en la capacidad de comprender cabalmente cualquier decisión que él finalmente tomase.Coda III. Stábat Máter. Cuando terminaba esta parte del documento, tomé una hora enclavada en mi espacio matutino para asistir a una misa funeraria. Al llegar, una tía mayor y cuasi centenaria, con voz pausada, lenta y acongojada, dirigía los rezos y letanías en su original latín. Adormecido en ese pío y evanescente remanso, me perdí en los ya muy lejanos mundos de catequesis y hermanitas del Colegio María Inmaculada. Recordé, en perfecta armonía, los versos que entonces le escribía a la Virgen, y el deleite que sentía al poder observar, admirar y desear, los bellos rostros —también inmaculados— de las dulces niñas del internado; Esperanzita, Rangild, Friné y Carmencita. Por contraste, uniendo en el tiempo los dos universos que en ese momento abrumaban mis vivencias, alcancé la dolorosa verdad de que el hombre olvida sus amores y fatalmente muere con sus rencores.

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