jueves, 16 de diciembre de 2010

Conjeturas libres y asistemáticas sobre Wittgenstein y el Tractatus.

1. Estos comentarios han sido titulados con el término de conjeturas, pero algún lector ortodoxo podría considerar que se trata de una ficción, ya que, en efecto, nos proponemos rellenar los vacíos que sean necesarios para alcanzar conclusiones razonablemente verosímiles y coherentes. En cuanto a la condición de libres y asistemáticas de las conjeturas, estoy siguiendo el mismo estilo --no estructurado, por decirlo de alguna manera-- que el propio Wittgenstein utilizó para pensar y escribir ese conjunto abigarrado y frondoso de notas y comentarios que posteriormente, cuando se publicaron fueron tituladas, en 1953, como Investigaciones Filosóficas. Tal como él mismo lo confiesa en su prólogo “Mi intención era desde el comienzo reunir todo esto alguna vez en un libro, de cuya forma me hice diferentes representaciones en diferentes momentos. (….) me parecía esencial que en el los pensamientos deberían progresar de un tema a otro en una secuencia natural y sin fisuras (….). Tras varios intentos desafortunados de ensamblar mis resultados en una totalidad semejante, me di cuenta de que eso nunca me saldría bien, que lo mejor que yo podría escribir siempre se quedaría solo en anotaciones filosóficas; que mis pensamientos desfallecían tan pronto como intentaba obligarlos a proseguir, contra su inclinación, en una dirección”.

2. A pesar del carácter asistemático de los contenidos de estas conjeturas, para beneficio y orientación del lector, voy a proponer, establecer y seguir un cierto orden externo en la presentación de los temas: (a) División del texto del Tractatus en tres partes, de muy distintas dimensiones cada una, y según sea mi criterio sobre el contenido sustantivo y disciplinario de las mismas. (b) Conjeturas sobre los distintos periodos y la existencia de una diferencia temporal entre el momento de pensar un contenido y el momento de plasmarlo y escribirlo en forma de texto. (c) Tres tesis a ser planteadas. De manera resumida: (i) Por qué Wittgenstein y el Tractatus fueron aceptados de manera tan expedita, tanto en Cambridge como en los exclusivos círculos de matemáticos y filósofos que hacían vida académica en Europa. (ii) Por qué Wittgenstein no ha tenido un reconocimiento mayor en el escalafón de la Lógica y/o de la Filosofía actual. (iii) Por qué Wittgenstein no ha influido suficientemente ni en la filosofía ni en la epistémica actual. (d) Soportes documentales extraídos de los prólogos de sus dos libros principales: Tractatus e Investigaciones Filosóficas. (e) Soportes documentales extraídos directamente del texto de sus dos libros. (f) Interpretaciones y explicaciones. (g) La metáfora de la escalera. (h) Proposiciones sobre una aproximación semántica hacia la lengua. (i) Un test epistémico para el siglo XXI. (j) Wittgenstein un paradigma.

3. El Tractatus lo vamos a dividir en tres partes secuenciales (A) Lógica y Epistémica, desde el punto 1 hasta el punto 6.3 (92%). (B) Ética, Estética y Mística, desde el punto 6.4 hasta el punto 6.52 (7%). (C) Ciencia, Epistémica y Filosofía, conformada por tres puntos 6.53/6.54/7 (1%).

4. Consideramos que el Tractatus fue pensado en un cierto momento y posteriormente fue escrito y terminado en tiempos diferentes. Conjeturamos esta posible cronología: Parte (A), Lógica y Epistémica posiblemente fue pensada entre 1911 y 1914 (Cambridge/Clases y Seminarios con Russell), y posiblemente fue escrita entre 1914 y 1917 (combatiente en frente de guerra). Parte (C), Ciencia, Epistémica y Filosofía, posiblemente fue pensada entre 1917 y 1918 (combatiente en frente de guerra), y posiblemente fue escrita entre 1918 y 1919 (prisionero de guerra en Italia).

5. Tesis (I). Por qué durante el periodo 1920/1950 el Tractatus fue encumbrado y considerado como una de las obras filosóficas más relevantes de su época. Posible respuesta: (a) Wittgenstein pertenecía a una influyente familia judía y multimillonaria, que participaba intelectual y activamente en el esplendor político, artístico, científico y filosófico reinante en la Viena Imperial de esa época (1890/1918). (b) En las comunidades científicas y filosóficas de Europa existía en una gran proporción miembros de origen judío que, lógicamente, deberían haber sentido gran simpatía y admiración por Wittgenstein. (c) En Cambridge, Wittgenstein, que previamente había sido recomendado por Frege, fue un discípulo apadrinado y protegido por Russell, quien en 1922 le escribió la introducción para el Tractatus. (d) El prestigioso Círculo de Viena, durante la década del 20, acogió favorablemente, estudió y analizó el Tractatus.

6. Tesis (II). Por qué, habiendo sido Wittgenstein reconocido desde un principio por su genio, talento, inteligencia, dedicación y obsesión por el estudio de la lógica y el lenguaje, no ha logrado alcanzar un lugar más prominente y destacado en el escalafón científico o filosófico del siglo XX. Posible respuesta: Sí Wittgenstein se hubiese interesado por las matemáticas puras o aplicadas a la física, posiblemente hubiese alcanzado logros y aportes equivalentes a Cantor, Godel o Heisenberg. Es más compacta y sólida la relación Matemática/Realidad Material, que la porosidad de la relación Lógica/Realidad Epistémica, que en esa ambición misteriosa y soberbia de Wittgenstein fue el área disciplinaria analizada en el Tractatus. El problema no estaba en Wittgenstein, sino en lo que constituye la esencia de la filosofía. “La filosofía es el lenguaje apropiado para hablar de aquello que no existe” (Sobre Arte y Humanismo. Claves Epistémicas Integradas), cuestión que Wittgenstein en sus propios términos había puesto al descubierto en las páginas finales del Tractatus (No decir nada más que lo que se puede decir. De lo que no se puede hablar, se debe callar).

7. Tesis (III). Por qué Wittgenstein, a pesar de ser citado extensivamente, no ha influido en la filosofía, ni desde el punto de vista de su contenido sustantivo, ni desde un punto de vista vocacional disciplinario. Cito a Valdés Villanueva, Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Oviedo, traductor del Tractatus (Taurus/2002). Dice en su introducción: “es curioso que, mientas que Wittgenstein es uno de los íconos culturales del Siglo XX, sus concepciones filosóficas no hayan tenido prácticamente ningún eco sustancial en la filosofía contemporánea”. Posible respuesta: por honestidad y/o soberbia intelectual Wittgenstein encontró y reconoció en 1945 (Prólogo del mismo Wittgenstein en su libro Investigaciones Filosóficas, publicado en 1953) que el Tractatus presentaba errores. Conjeturamos que los errores posiblemente se encuentran en la parte (A) Lógica y Epistémica. Más contundente aún, en el mismo texto del Tractatus (6.53/6.54/7) se afirma la utilidad muy relativa e indirecta (Inutilidad) de la filosofía (Tirar de la escalera una vez que se ha subido en ella). Conjeturamos que esta última afirmación, agrada y complace a los filósofos neopositivistas epistémicos (Círculo de Viena), pero perturba e incomoda a los filósofos ontológicos metafísicos (Tradicionales), que constituyen una mayoría bien establecida.

8. Aunque las tres tesis están muy correlacionadas entre sí, vamos a hacer énfasis en la tesis (III), que consideramos la más trascendente y fuente de las más polémicas discusiones y consecuencias. Presentaremos elementos --citas del propio Wittgenstein-- para soportar, de alguna manera, las conjeturas anteriores. Citaremos primero de los prólogos (Tractatus e Investigaciones Filosóficas) ya que consideramos que los textos de los prólogos recogen de manera explícita e interpretada, el pensamiento más profundo, definitivo y acabado del autor. En segundo lugar, citaremos directamente del corpus del texto, de tal manera que el lector pueda evaluar por sí mismo la coherencia entre lo expresado en el prólogo y lo que está escrito en el corpus.

9. Wittgenstein presenta las conclusiones más relevantes del Tractatus (Prólogo fechado en Viena, 1918. Publicado en 1922). Primero ofreceremos una visión panorámica. Conjeturamos que la cita que sigue se refiere a la parte (A) Lógica y Epistémica (92%). Dice: “El libro trata de los problemas de la filosofía y muestra --según creo-- que el planteamiento de estos problemas descansa en una mala comprensión de la lógica de nuestro lenguaje”. En este momento (1918) Wittgenstein está convencido de lo acertado de sus afirmaciones. Dice (primera cosa de valor): “me parece que la verdad de los pensamientos de lo que se da cuenta aquí es intocable y definitiva. Soy por ello de la opinión de que, en lo esencial, he resuelto los problemas de modo indiscutible”. Agrega (segunda cosa de valor): “si no estoy equivocado en esto, la segunda cosa de valor que hay en este trabajo consiste en mostrar cuan poco se ha conseguido una vez que estos problemas se han resuelto”. Concluye con la cita que consideramos se refiere a la parte (C) Ciencia, Epistémica y Filosofía (1%). Dice: “De alguna manera, todo el sentido del libro podría condensarse en las palabras: lo que en cualquier caso puede decirse, puede decirse claramente, Y de lo que no se puede hablar, hay que callar la boca”.

10. Citaremos directamente del corpus del texto lo que se afirma anteriormente: (6.53/Ciencia) “El método correcto en filosofía consistiría propiamente en esto: no decir nada más que lo que se puede decir, esto es: proposiciones de las ciencias naturales --algo, por tanto, que no tiene nada que ver con la Filosofía--“. (6.54/Epistémica): “Mis proposiciones son elucidaciones de este modo: quien me entiende las reconoce al final como sinsentidos, cuando mediante ellas --a hombros de ellas-- ha logrado auparse por encima de ellas. (Tiene, por así decirlo, que tirar la escalera una vez que se ha encaramado en ella). (7/Filosofía). “de lo que no se puede hablar, hay que callar la boca.” Una traducción más elegante, menos literal y vulgata (tomo el préstamo utilizando el sentido de “Vulgata Latina”), sería la siguiente: “de lo que no se puede hablar, se debe callar”. El lector elegirá la versión que más prefiera.

11. En su libro Investigaciones Filosóficas (Prólogo fechado en Cambridge, 1945. Publicado en 1953) Wittgenstein reconoce los errores del Tractatus. Dice: “Hace cuatro años tuve ocasión de volver a leer mi primer libro, (Tractatus) y de explicar sus pensamientos, entonces me pareció de repente que debía publicar juntos, esos viejos pensamientos y los nuevos: que éstos sólo podían recibir su correcta iluminación con el contraste y el trasfondo de mi viejo modo de pensar. Pues desde que hace dieciséis años comencé a ocuparme de nuevo de filosofía, hube de reconocer graves errores en lo que había suscrito en este primer libro.”

12. Comento e interpreto la tesis (III). Las comunidades de pares o sus equivalentes, tanto en Ciencias, como en Filosofía y en Arte, se van conformando a partir de una relación de intereses, de amistades y de influencias. Se van estructurando especies de clubes: privados, cerrados, elitescos y poderosos. No existen normativas explícitas para llegar a ser miembro del club. En el campo científico el potencial ingreso de los miembros, exige como condición necesaria una buena dosis de inteligencia y talento. En Filosofía ello podría ser solo una condición que influye, ni necesaria ni suficiente. Bachelard no fue reconocido sino muchos años después de su muerte. En la Pintura Moderna, con un cierto y peculiar talento, posiblemente sólo sea suficiente persistir, esforzarse y poseer simpatía y/o carisma (Picasso).

13. Wittgenstein, desde un principio, por su talento, inteligencia, condición social y el prestigio de Russell y Frege, potencialmente pertenecía al club. Esto explica --supongo especialmente hasta 1950--, el éxito y trascendencia del Tractatus. A partir de ese momento --excepto 6.53/6.54/7-- comenzará a ser más citado el libro Investigaciones Filosóficas. Conjeturamos que estos cambios se inician en 1945 cuando Wittgenstein admite que el Tractatus contiene errores. Conjeturamos --a pesar de algunas observaciones del filósofo Frank Ramsey (1923/1924) y (1928/1929)-- que si el propio Wittgenstein no lo hubiese admitido y no lo hubiese declarado públicamente, ningún otro filósofo o matemático, difícilmente en esa época, hubiese encontrado e identificado los errores a que se refiere el autor. Nadie se atrevía a enfrentarse a Wittgenstein. Russell --máxima autoridad en Lógica Matemática de esa época--, en su Introducción (1922), había afirmado que no existían errores en el libro. Conjeturamos que cuando Wittgenstein admite esos errores, se refiere a la parte (A) Lógica y Epistémica, y no a la parte (C) Ciencia, Epistémica y Filosofía, ya que entre 1929 y 1951 (Investigaciones Filosóficas) se dedica al estudio del lenguaje, el conocimiento y la percepción, temas que pueden considerarse pertenecen a las Ciencias Naturales y a la Epistémica. Wittgenstein no había tenido necesidad de leer a Aristóteles y suponemos que tampoco a ningún otro filósofo griego. No utilizaba el vocabulario (Ser. Esencia. Cosa en Sí) propio de los filósofos metafísicos tradicionales. En este libro escribe de manera libre, espontánea y abierta, utilizando una estructura y léxico distinto al utilizado cuando escribió el Tractatus.

14. Conjeturamos que la comunidad de pares --el club-- no pudo admitir y perdonar que Wittgenstein, como un miembro relevante de ese club, haya admitido públicamente los errores del Tractatus y menos aún, principalmente, que en 1918, tanto en el prólogo como al final del mismo texto (6.53/6.54/7) declare abiertamente la inutilidad sustancial del conocimiento filosófico. Sólo le asigna el valor de un cierto entrenamiento mental -- difícil y complejo-- que concluye precisamente al adquirirse la convicción de que todo el conocimiento filosófico está compuesto por sinsentidos. Una vez alcanzada esa convicción, hay que tirar de la escalera, es decir, olvidarse de la filosofía. Siendo consecuente con esta última afirmación, entre 1920 y 1929 Wittgenstein se retiró de la filosofía. Fue maestro de párvulos, e ingeniero constructor de una mansión en Viena. En 1929, con una orientación académica distinta, regresó a Cambridge.

15. Para adquirir ese entrenamiento mental, desde un punto de vista práctico, creemos que existen otras opciones. En lugar de transitar por ese laborioso proceso, que puede consumir muchos años, ese tiempo puede constituir una buena oportunidad para adquirir un conocimiento más productivo, compacto y menos poroso. Si se ha desarrollado una suficiente aptitud racional y una solidad honestidad intelectual, desde un principio sería más conveniente analizar y aceptar la brillante conclusión de Wittgenstein, y actuar consecuentemente. Probablemente éste fue el caso del gran intelectual Isaías Berlin. En 1940 Wittgenstein asiste en Oxford a una conferencia dictada por Berlin para una élite de sus colegas profesores y participa activamente con una intervención crítica sobre el tema. Poco frecuente en su comportamiento, paradójicamente al final fue elogiosa hacia el talento y la personalidad académica del joven Berlin. A partir de ese momento, Berlin confiesa su intención de alejarse del estudio formal y de la enseñanza de la filosofía y en su lugar dedicarse al análisis e historia de las ideas y de la civilización occidental, especialidad en laque posteriormente tuvo gran éxito y reconocimiento mundial.

16. Asumimos que en la realidad actual la comunidad de pares --el club-- es más poderosa que figuras individuales, por más genios, inteligentes y brillantes que hayan sido. Si mantienen una posición crítica, quedarán excluidos. Wittgenstein es citado extensivamente, pero no ha influido en la vocación filosófica de los estudiantes, ni en la orientación curricular de las escuelas de Filosofías Miles de estudiosos --enclaustrados intelectual y psicológicamente-- siguen preparando sus monografías y tesis sobre contenidos metafísicos y en especial referidos a ciertos autores tradicionales como Aristóteles, Platón, Agustín, Tomas, Kant, Hegel, Husserl y Heidegger, por mencionar unos pocos.

17. Recientemente, en 1996, el científico y matemático Alan Sokal preparó una operación encubierta de carácter intelectual y epistémica en contra de la confusión conceptual y de la vacuidad semántica de la filosofía postmoderna. Esta operación resultó exitosa en su ejecución, pero no ha resultado eficaz en sus objetivos y consecuencias. En este año 2009 pocos recuerdan a Sokal y lo contundente de su historia. El club se ha vuelto a imponer, institucionalmente es más poderoso e influyente que la racionalidad y honestidad de pensadores individuales. Intencionalmente Sokal preparó y escribió un artículo que supuestamente favorecía y constituía un apoyo para las nuevas ideas del postmodernismo en relación con un cierto y extraño tipo de construcción --física y material-- de la realidad social. Se trataba de un artículo disparatado, que mezclaba incoherentemente frases y citas inconexas de Einstein y de Heisenberg. El artículo fue enviado a la muy conocida y famosa revista norteamericana Social Text. Dado el prestigio científico de Sokal y el contenido supuestamente favorable para las ideas posmodernistas en moda, el editor publicó el artículo sin un arbitraje previo. Conjeturamos sin embargo que, aun si hubiese sido arbitrado, especialmente por filósofos y/o intelectuales franceses --que escriben de manera confusa y similar-- éstos no se hubiesen percatado de esos disparates, como en efecto no lo hizo el editor cuando leyó el original. Todo ello se pudo comprobar ya que, pasado algún tiempo después de la publicación, tiempo necesario para comprobar si algún lector competente y honesto se hubiese podido dar cuenta de los disparates, nadie denunció el hecho. Posteriormente el mismo Sokal anunció cual había sido su verdadera intención. Al año siguiente, en colaboración con el científico Jean Bricmont, publicó el libro Imposturas Intelectuales.

18. Relacionado con lo anteriormente expuesto, voy a comentar separadamente y extensivamente la metáfora de la escalera. Considero contiene claves epistémicas relevantes. (a) Me voy a permitir modificar levemente la traducción, sin pretender modificar su sentido: (i) cambios en la estructura y orden gramatical de las frases; (ii) cambios en el tiempo de algunos de los verbos utilizados, (iii) utilización de sinónimos. El lector decidirá cual versión prefiere: “Mis proposiciones son elucidaciones de este modo: cuando mediante ellas --a hombros de ellas--, el que me entienda y las pueda reconocer al final como sinsentidos, habrá logrado situarse por encima de ellas. (Tiene, por así decirlo, que tirar la escalera una vez que se ha encaramado en ella)”. (b) Está muy bien escogido el término de “encaramarse”, utilizado en lugar del término “subirse”, ya que el primero refleja mejor el sentido de lo que se quiere decir. El diccionario (RAE) tiene como primera definición del término encaramarse lo siguiente: levantar o subir a una persona o cosa por lo común de modo dificultoso. En este sentido, de dificultoso, es más verosímil y representativa la frase de “encaramarse en un árbol” que la frase de “subirse a un árbol”. Alcanzar la convicción respecto al conocimiento filosófico como un conjunto de proposiciones que constituyen sinsentidos debe ser un proceso dificultoso y difícil. (c) Interpretamos que el proceso de reconocimiento de las proposiciones lógicas como sinsentidos, es un recorrido con doble dirección. En primer lugar --utilizando los métodos, desarrollos y razonamientos formales de la lógica,-- alcanzar y establecer esas proposiciones y en segundo lugar lograr y llegar a la convicción de que, una vez conocidas, esas proposiciones son sinsentidos. Conjeturamos que para esta segunda parte del recorrido no se utilizan los mismos métodos, desarrollos y razonamientos formales de la lógica, sino que se hace de un modo dificultoso (encaramarse) y difícil. Después de 1957 (Pólya) podríamos decir que se han utilizado razonamientos de carácter heurísticos, en lugar del razonamiento lógico formal, que consideramos de carácter algorítmico.

19. Analizando el contenido de la frase (Tiene, por así decirlo, que tirar la escalera una vez que se ha encaramado en ella) encontramos una leve y posible contradicción, ya sea por que no esté bien traducida o, porque, al contrario, esa fue la intención expresa de Wittgenstein. Una vez encaramado en la escalera no es posible --al mismo tiempo-- mantenerse en ella y tirarla. De alguna manera estaríamos recordando y necesitando como apoyo eficaz la leyenda del famoso barón alemán. La frase sería más precisa y con más sentido y/o verosimilitud redactada de esta manera: “tirar la escalera una vez que se ha encaramado” en lugar de “encaramado en ella”. Encaramarse sugiere dos aspecto o fases: (a) Subir dificultosamente. (b) Alcanzar y mantenerse en un sitio elevado, distinto a la propia escalera. En apoyo de esta conjetura voy a citar a Valdés Villanueva en su comentario sobre el punto (6.54) que de manera muy erudita explica con mayores detalles. Dice que la metáfora de la escalera ya había sido empleada por Sexto Empírico (Siglo III) en su obra Contra los Lógicos. (Contra los matemáticos). Con toda seguridad --dice Valdés Villanueva-- Wittgenstein no había leído a Sexto Empírico, sino que habría tomado la metáfora por vía del filósofo y semantista Mauthner (1849/1923). La metáfora, asumo y conjeturo, en la versión de Mauthner dice: “no es imposible que el hombre que se ha encaramado en un lugar elevado se desembarazace con una patada de la escalera que le ha servido para subir”. Con esta explicación y como conclusión importante desde un punto de vista epistémico y filosófico, adquiere más sentido la segunda parte de (6.54) que dice: “Tiene que superar esas proposiciones; entonces verá el mundo correctamente”. Al superar las proposiciones, se coloca en una posición elevada; desde ese nivel, tomado como una atalaya, puede abarcar mejor el horizonte y ver más integralmente al mundo.

  1. Para entender y comprender qué podría significar para la época actual --cuando no existen verdades definitivas, y en su lugar se mantiene un proceso aproximativo y convergente hacia las verdades científicas-- ver el mundo correctamente, citaremos el segundo segmento de (5.53): “Entonces, siempre que alguien quisiese decir algo metafísico, demostrarle que no había dado significado alguno a ciertos signos de sus proposiciones. Este método no sería satisfactorio para la otra persona --no tendría la sensación de que le estábamos enseñando filosofía-- pero tal método sería el único estrictamente correcto”, es decir, que le permitiría --según sea la mejor interpretación epistémica que pueda extrapolarse del conocimiento científico vigente-- ver razonablemente al mundo, sin, por ejemplo, asumir a priori que frente a la supuesta existencia de una cierta esencia nouménica absoluta ésta será captada fenoménicamente mediante una percepción distorsionada y/o deformada por nuestros sentidos. Cuando admiramos una rosa --dentro del estadio filogenético evolutivo actual-- estamos contemplando la belleza de una rosa en toda su gloria y esplendor y no un conjunto de hongos, bacterias y microbios que sería, por ejemplo, la visión que podría tener un extraterrestre que nos visitase. Esa visión epistémica será distinta a como se hubiese podido ver el mundo, en otras épocas lejanas del pasado, si es que pudiera traducirse y compararse la equivalencia conceptual entre ambas instancias temporales.

21. Extrapolando estas ideas al arte y en especial a la llamada pintura moderna, diremos que se nos ha pretendido modelar e imponer la idea de que unos pocos privilegiados pueden desarrollar una capacidad para ver, alcanzar y apreciar la belleza que está oculta --bien oculta--, por ejemplo, en la pintura “Las Señoritas de Avignon” de Picasso. Situación en contrario para el resto promedio de las personas que podemos admirar y vivenciar el maravilloso sénsito de creaciones tales como, por ejemplo, “La Joven de la Perla” de Vermeer. La escritora caraqueña Teresa de La Parra, para el momento en el cual se expone a esa experiencia, nos permite ofrecer una prueba excepcional y sumamente categórica. Relata su biógrafa María Fernanda Palacios que la escritora --mente abierta y espontánea--, siempre tan dispuesta a seguir los caprichos de la moda femenina, pero culta, exquisita y sensible al mismo tiempo, asiste humilde y disciplinadamente a las presentaciones del arte moderno (París 1925), escribía luego que el ingenio del artista se esforzaba en alcanzar “obras de esplendor hermético”, obligando al espectador a forcejear para poder llegar hasta ellas, pero que al final solo podían ofrecer “un punto de interrogación suspendido en el vació”. Con gran penetración psicológica y creatividad literaria aclaraba que no había sentido en su espíritu ningún tipo de vivencia o reconocimiento de esa supuesta belleza. Confiesa textualmente “Con la dulce satisfacción del deber cumplido….vestida de humildad y sedienta de fe” recorre las exposiciones cubistas y las antologías dadaístas, pero “como en las sesiones espiritistas….no he visto ni oído a mi alrededor, sino la oscuridad y el silencio”. Sin lugar a dudas, para ese momento Teresa de La Parra no había sido inoculada con esa especie de virus de la modernidad, que hemos denominado como Imposturas Teleonomicas, ya que en oposición al concepto de Imposturas Intelectuales de Sokal y Bricmont --según el cual la impostura se genera en los autores-- en este caso, la impostura se genera iterativamente con la influencia, persistencia y carisma del autor y la aceptación entusiasta del público. Este escape pudo darse con facilidad en 1925, cuando todavía el fenómeno, como matriz modal de opinión, era débil e incipiente. Para el resto del siglo XX y seguramente para el siglo XXI, fue y será muy difícil para un observador promedio, culto, activo y participante y para los artistas e intelectuales que intentan remontar la fama, sustraerse y/o escaparse de esa influencia, ya que una obligada admiración y devoción por el arte moderno se ha establecido como una condición necesaria para poder ser considerados “granitos de oro”; de lo contrario serán excluidos como “caca de perro”.

22. En relación con la filosofía, para un limitado grupo de personas, históricamente el conocimiento ha constituido un fenómeno misterioso y ancestral. (Escuelas pitagóricas). De manera más general y metafórica, esas vivencias las hemos enmarcado dentro de un espectro más amplio denominado La Gran Ilusión Metafísica. Este concepto estará relacionado tanto con la filosofía, como con la magia, el esoterismo y el ocultismo y en cierta manera se manifiesta desde el inicio del conocimiento científico (Paracelso). La Gran Ilusión Metafísica seguramente sigue una ruta entrelazada y compleja con las creencias cósmicas y religiosas, verdades reveladas que han improntado a toda la humanidad desde la muy lejana noche de los tiempos. Frente a esta misteriosa atracción, es muy difícil para la juventud estudiosa, que en ese momento despierta y tiene como necesidad imperativa el conocimiento de un mundo que debe enfrentar y dominar, sustraerse a esa seducción. Según sea el origen social o familiar y la existencia de ciertas aptitudes, los más cultos y educados optarán por las matemáticas puras, el conocimiento básico y/o la investigación científica. Igualmente, según se posean talentos especiales, por la filosofía, la literatura y/o la poesía. Los menos cultos y educados optarán por la magia, el esoterismo y el ocultismo. En esta dirección, el lenguaje, que también tiene un origen desconocido e ignoto y por ello genera un cierto halo de misterio, podría constituirse --como objeto de estudio-- en una opción alternativa válida, más sólida y compacta que el recorrido filosófico de la metafísica tradicional. Nótese que el mismo Wittgenstein, luego de escribir el Tractatus y retirarse (1920/1929) decepcionado de la filosofía, retorna a Cambridge en 1929, centrándose hasta su muerte, (1951) en el estudio intuitivo y fenoménico del lenguaje, como su objetivo académico fundamental.

23. Desde el ámbito más abierto y heurístico de la semántica --distinto al estudio cerrado de la estructura y reglas lingüísticas de la gramática y de la sintáctica (Bello. Cuervo. Alonzo. Martinet. Chomsky. Halliday)-- el conocimiento preciso y profundo del significado de términos y palabras puede constituirse en una manera práctica y accesible para implementar ese objetivo. Se tomarán textos fundamentales y/o finales de un determinado autor, estudiando y analizando, no sus planteamientos sustantivos, sino el vocabulario y los conceptos utilizados. Por su penetración psicológica y su especificidad semántica, las múltiples, variadas y exuberantes anotaciones de Wittgenstein en su libro Investigaciones Filosóficas, podrían servir --entre otros textos y autores, por ejemplo, Bachelard-- como un semillero primario de términos y conceptos para ser sometidos a ese proceso de contraste y filtrado. Se reitera que el propósito fundamental no consiste en evaluar y/o juzgar la verosimilitud de los argumentos presentados por los autores, sino que, en un nivel más básico y primario, el principal objetivo deberá ser entender y comprender con total claridad el uso y sentido de los términos y conceptos utilizados. Dentro de ese ámbito epistémico, autores como Bridgman, Ullmo y Lorenz --principalmente en los capítulos introductorios y no especializados de sus obras fundamentales-- (La lógica de la física moderna. El pensamiento científico moderno. La imagen detrás del espejo) pueden ser considerados para enmarcar y mantener el análisis dentro de límites razonablemente verosímiles y aceptablemente objetivos. Es evidente que cuanto más contemporáneos y actuales sean los autores mayores y más pertinentes beneficios se han de alcanzar.

24. Un test epistémico para el siglo XXI. Análisis semántico de los conceptos de vida y de muerte. Wittgenstein trata el tema en cuatro puntos y/o aforismos. En (6.431) dice: “así también, a la hora de la muerte, el mundo no cambia, se termina”. En el primer segmento de (6.4311) dice: “la muerte no es un evento de la vida. De la muerte no tenemos vivencia alguna”. Comenta Valdes Villanueva que Wittgenstein se hace eco de Epicuro, quien vivió hace 2300 años. No queda claro si Wittgenstein tomó la idea directamente de Epicuro, o si la pensó por su cuenta. Es razonable pensar que en ese largo período histórico de la Civilización Occidental tanto Wittgenstein como otros pensadores hayan tenido --de manera independiente-- coincidencias similares o equivalentes. Dice Epicuro (versión libre): “La muerte es una quimera; cuando existimos la muerte no está presente. Cuando está presente no existimos”. Si entendemos con el término de muerte el punto o límite final de la vida, podemos expresar válidamente una de estas dos afirmaciones excluyentes --que constituye una versión menos abstracta menos abstracta y comprometida de la conocida Apuesta de Pascal--: (a) Nada existe después de la muerte. (b) Algo existe después de la muerte. “Nada existe después de la muerte. Ni el plasma cósmico universal del taoismo, situado en un extremo, ni los seis mil soldados de terracota, guardianes del emperador chino, situados en el otro extremo”. (Sobre Arte y Humanismo. Claves Epistémicas Integradas). Desde la prehistoria, y conjeturamos que por muchos años más en el futuro, una gran mayoría de seres humanos, con distintos niveles de educación, cultura y fe religiosa, apostarán por la opción (b) “Algo existe después de la muerte”. Por ello consideramos que estas creencias van a constituir por antonomasia el test epistémico para el siglo XXI.

25. Para analizar de manera más precisa el sentido y/o significado de los dos términos de vida y de muerte, hacemos notar que, mientras el término de vida se utiliza con un solo significado, el término de muerte puede ser utilizado con dos significados. (a) Como el límite o término de la vida (Wittgenstein a la hora de la muerte). (b) como frontera externa de la vida, es decir, un recorrido (espacial) o un estadio (temporal) infinito o eterno. Wittgenstein y Epicuro utilizan el primer significado. Con el primer significado (límite de la vida) no se presenta ningún tipo de controversia y/o polémica, ya que la vida existe y constituye una experiencia personal cartesiana. Con el segundo significado --bajo ese supuesto-- por lógica deberá existir una cierta continuidad entre ambas instancias: vida y muerte. No será necesario, ni estamos en capacidad para precisar analíticamente --si existiese-- la naturaleza compleja, íntima y última de esa continuidad. Será suficiente con expresar que para la gran mayoría de las personas que apuestan por la opción (b), Algo existe después de la muerte, éstas es entendida al menos con dos dimensiones explícitas, es decir como una continuidad temporo-espacial sin otras mayores precisiones. Para un mejor entendimiento, proponemos dos situaciones que nos van a servir como modelos de continuidad. Estos dos modelos, además de las dos dimensiones antes mencionadas, presentan, de manera distinta entre ellos dos, otras características que deberían ser captadas intuitivamente y globalmente. Metafóricamente, los dos tipos de continuidad van a ser denominados: (a) Continuidad Neuronal. (b) Continuidad Celular. En el primer caso, se asume una cierta continuidad de memoria e identidad entre un anciano y el niño que él fue hace ochenta años. En el segundo caso se asume una cierta continuidad genética entre la primera Ameba Orgánica y el actual Homo Sapiens. Aplicando los dos modelos a la problemática que estamos analizando encontramos: (a) Para la Alta Edad Media Europea --en un extremo-- las creencias religiosas de la época imponían una visión cósmica del mundo con una absoluta y explícita convicción en la continuidad de tipo neuronal (almas y/o cuerpos sometidos al castigo eterno de un fuego abrasador que los consumía sin destruirlos). (b) Actualmente --en el otro extremo-- las interpretaciones teológicas más avanzadas y modernas de las principales religiones occidentales y de algunas religiones orientales apuntan hacia una visión cósmica del mundo que está implícita en la continuidad de tipo celular (Plasma cósmico universal del taoísmo). Ambos casos, de cualquier manera, están incluidos en la opción (b) Algo existe después de la muerte. Frente a esta opción se encuentra la otra opción (a) Nada existe después de la muerte, que obviamente hace innecesario cualquier tipo de elucidación y/o especulación. Si aplicamos la llamada Cuchilla de Occam, esta última opción aparecería como la más simple de todas las opciones posibles.

26. De manera más audaz y libre, aproximándose analógicamente en una especie de lógica semántica y/o conceptual a la figura de un límite matemático, podríamos decir que la opción (a), Nada existe después de la muerte, se constituye en el límite de una secuencia conceptual y convergente de visiones situadas en un determinado tiempo histórico, que pueden ser identificadas y registradas desde la prehistoria. Por ejemplo, véase esta posible secuencia: Espíritus Vegetales……Soldados de Terracota……Karmas y Reencarnaciones……Resurrección de la Carne……Vírgenes y Huríes……Fuego Eterno……Indulgencias Plenarias……Exposición a la Gracia……, hasta alcanzar las proposiciones y/o especulaciones más actuales como podrían ser el Plasma Cósmico Universal y los Paquetes Inefables de Energía. Hacia el futuro una vez aceptadas y comprendidas con mayor claridad y convicción las implicaciones lógicas y epistémicas de secuencias como la antes descrita, podemos suponer que un cambio se va a producir en el pensamiento occidental. En los próximos cien o doscientos años, una mayoría de la población culta y educada podría apostar por la opción (a) Nada existe después de la muerte. Probablemente, ello va a suceder primero, antes que se genere el correspondiente cambio respecto al Arte Moderno, pero previamente --por su proximidad e iteración con el conocimiento científico-- habría sucedido una reevaluación más profunda de la manera como hasta ahora se ha entendido, se ha creado y se ha enseñado el conocimiento filosófico, que de esta manera se va constituir en el motor para impulsar los otros dos cambios. En ese sentido, Wittgenstein no solo es, junto con Sexto Empírico, un pionero, sino que, también será un paradigma.

1 comentario:

  1. Max este texto es maravilloso pero pienso que has debido dividirlo en diferentes partes para poder leerlo acabadamente. Espero que estés viviendo el mejor día de tu vida, en el sentido que dice Héctor, el médico: ya a esta edad sin estamos vivos y podemos pensar y/o actuar estamos viviendo el mejor día, no lo dejemos para mañana, porque no sabemos. A lo que yo agregué, al mejor estilo Yèpez, sí es verdad, mañana si apostamos a lo menos podemos amanecer sin dientes y sin poder tirar la escalera, es decir agarrados a la escalera.
    Saludos y un fuerte abrazo. le voy a decir a la colega Nancy Núñez que lea este artículo

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