lunes, 17 de enero de 2011

Ley de Universidades. Cupo Diferencial.

La nueva Ley de Universidades trata de introducir aspectos doctrinarios que violentan el concepto tradicional de autonomía universitaria. Posiblemente esa haya sido la razón por la cual el Presidente de la República no la promulgó. Me he de referir a dos aspectos muy concretos (Paridad del Voto y Admisión Estudiantil), diferentes a los aspectos conceptuales antes mencionados. Una vez más, otra vez más, he de comentar el concepto de Cupo Diferencial (Admisión Estudiantil).

Sobre estos dos aspectos, he leído algunos comentarios por prensa y además manejo una cierta información de la Ley Orgánica de Educación (Queipo) recientemente aprobada, que implica el voto individualizado y sin ponderar de todos los estamentos universitarios: Profesores. Estudiantes. Egresados. Empleados y Obreros. Voy a conceptualizar los dos aspectos con los términos de: Apertura Electoral y Apertura Social. El primer aspecto, la Apertura Electoral, será operacionalizado con el indicador: Derecho al voto para elegir autoridades universitarias. El segundo aspecto, Apertura Social, será operacionalizado con el indicador: Formas y Procedimientos para la Admisión en la Universidad.

En relación al primer aspecto, Apertura Electoral, comentaremos que históricamente y por Ley, la relación de participación entre el voto profesoral y el voto estudiantil estaba establecido en 75% vs 25%. Esta proporción se mantuvo estable hasta la década de los ochenta, ya que los estudiantes votaban directamente para elegir, según fuese el número de representantes estudiantiles, necesarios para integrar junto con los profesores el Claustro Universitario. La participación electoral resultaba de segundo grado para los estudiantes y de primer grado para los profesores. En algún momento y por presión de algunas demandas judiciales, se genera un cambio que en principio era más democrático, por permitir a los estudiantes votar directamente en primer grado. El concepto era correcto, pero la forma como estadísticamente fue implementado, supuso, intencionalmente o no, una cierta anomalía. Esta extraña situación consistía en que, para poder mantener la proporcionalidad original de 75% vs 25%, era necesario que votase el 100% del Padrón Electoral Estudiantil, es decir, que la abstensión estudiantil fuese nula. En la realidad histórica, la abstención estudiantil llegaba hasta un 80%, votando solamente un 20% de estudiantes, principalmente activistas de los partidos políticos. Como consecuencia de este hecho, la verdadera participación entre los dos grupos estaría aproximadamente en 95% vs 5%, en lugar del original 75% vs 25%. Los estudiantes se daban cuenta de que su voto contaba muy poco en las elecciones rectorales, pero no sabían como explicarse el porque de la situación, que ellos mismos habían ayudado a conformar en los años ochenta. Menos aún sabían cómo poder corregirla. Esta corrección era estadísticamente muy sencilla, bastaba tomar como referencia para el cálculo de la relación electoral: Número de Votos Estudiantiles equivalentes a un Voto Profesoral, a los votantes válidos y efectivos --profesores y estudiantes-- luego de haberse efectuado la votación y contabilizado los votos validos. Ello en lugar de los votantes potenciales totales (Padrón Electoral) previo a la votación. Entre el año de 1996 y el año 2010, asistía y fui miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional Abierta, en algunas oportunidades le hice conocer a los representantes estudiantiles de esta extraña situación y como corregirla. Nótese que pasar de un 5% de la participación electoral de los estudiantes a la situación que plantea la nueva ley de universidades, donde pueden votar todos los estudiantes y todos los profesores además de empleados, egresados y obreros, aparte de la complejidad de su implementación y logística, constituye un evento sumamente difícil de aceptar por los profesores, ya que su peso electoral cambiaria del 95% actual a un valor aproximado del 10%. Si pudiéramos cuantificar un coeficiente de apertura, podríamos decir que estará próximo al 90%

Respecto a la Admisión Estudiantil, debo expresar de manera muy aproximada que entre 1960 y 1980, la apertura social de las universidades estaba en un rango cercano al 80%, ya que por una parte, no había que cancelar matrícula y por otra parte había suficientes cupos para que todos los estudiantes pudiesen ingresar. Este último punto tenia una sola excepción, la carrera de Medicina, que a partir de cierto momento --posiblemente 1965-- comienza a utilizar pruebas psicométricas para definir el ingreso a la carrera. Desde 1975, también la Opsu había comenzado a usar pruebas psicométricas, más orientadas hacia el conocimiento que hacia las aptitudes y con el tiempo, en aquellas carreras donde se fue generando una fuerte demanda por cupos, las universidades nacionales, vía las llamadas pruebas internas de conocimientos, aplicadas en cada facultad manejaron cerca del 70% de los cupos, dejándole a la Opsu sólo un 30%. Como una nota lateral se comentaba, que tanto en el proceso de las pruebas internas de las universidades como en el proceso de la Opsu, mediante algún tipo de influencia era posible negociar algunos cupos. No tengo evidencias de que esto haya sido cierto.

Aproximadamente en 1990, se comentó el hecho de que en las carreras de Medicina, Arquitectura, Computación y Comunicación en la Universidad Central, así como en las carreras largas de cinco años de las Ingenierías de la Universidad Simón Bolívar, --ignoro cual sería la situación en otras universidades nacionales-- el 90% de los aspirantes admitidos, provenía de colegios privados y sólo el 10% provenía de liceo públicos. La Universidad Simón Bolívar había previsto un mecanismo de amortiguación a esta situación, con carreras técnicas de corta duración que se ofrecían en la Sede del Litoral en Camuri. Pero a partir de esos años comenzó una mayor presión por la búsqueda de nuevas formas de ingreso y por no usar las pruebas psicométricas que comenzaban a presentar múltiples problemas. Por una parte, el periodo de un año era insuficiente para preparar buenas pruebas psicométricas (validez y confiabilidad) por tanto derivaban hacia pruebas repetitivas de conocimientos. Por otra parte, se ofrecían de manera privada cursos especiales para aprender a responder las pruebas. En estos cursos se disponía de toda la batería de pruebas utilizadas en años anteriores. Nótese que de esta manera, aumentaba la discriminación social, ya que no todos los estudiantes podían afrontar el pago de esos cursos, y que en última instancia, la prueba se transformaba en un ejercicio memorístico.

Dada la presión de grupos universitarios, que percibían una marcada injusticia en la manera como se habían generado estos tipos anómalos de procedimientos para el ingreso, tanto la Universidad Central como la Universidad Simón Bolívar, a pesar de las fallas y debilidades ya conocidas de las pruebas, se las ingeniaron para seguir usándolas. Establecieron unas operaciones y/o programas, creo que se llamaban Andrés Bello o Simón Rodríguez, tratando de aumentar el porcentaje de estudiantes de los liceos públicos en la selección final para el ingreso. Estas operaciones consistían en que profesores y estudiantes le ofrecían cursos compensatorios a los estudiantes más destacados de aquellos liceos ubicados en zonas cercanas a las universidades, para que pudieran salir mejor en las pruebas. Sin lugar a dudas estos procedimientos que pervertían el concepto canónico de pruebas psicométricas, podrían conceptualizarse como un “paño caliente”, “una huída hacia adelante” o según la frase gatopardiana “cambiar para que las cosas no cambien”.

Debo hacer notar que desde 1965 cuando propuse por vez primera el concepto de Cupo Diferencial, las universidades podían haber adoptado una solución más eficaz para ir progresivamente hacia una mayor apertura social, que permitiese a un porcentaje mayor de estudiantes pudiesen ingresar a carreras como Medicina, Arquitectura, Computación y Comunicación en la Universidad Central y las Ingenierías en la Universidad Simón Bolívar. Desde un cierto momento, por las fallas que ya hemos comentado en las pruebas psicométricas, propuse utilizar el concepto de Cupo Diferencial tomando como referencia a las notas de bachillerato. Adicionalmente la aplicación de las pruebas hacia necesario una parafernalia logística y en el caso de la Opsu una operación militar.

En síntesis, podemos establecer que en 1960, con la matricula gratuita, la universidad venezolana se inicia con un parámetro de 80% de apertura social, pero con la aparición de la prueba de Opsu en 1975 y las pruebas internas en las universidades, esta apertura se cierra aproximadamente a un nivel del 20%. En la década de los noventa con los programas compensatorios para alumnos destacados de bachillerato en liceos públicos, este parámetro pudo aumentar levemente a un cierto valor, que estimamos se ha mantenido hasta el año 2010. En este momento de manera confusa y no determinada, la nueva ley de universidades, que ha sido propuesta, trata de imponer una apertura social generalizada para el ingreso estudiantil a un nivel que podría estimarse en un 80%. Lógicamente, las universidades no están preparadas, en un corto tiempo, para pasar de un 20% a un 80% de apertura social. En el supuesto negado de que esto fuera técnica y logísticamente posible, resulta altamente improbable que ese 80% de apertura social --inducido dentro de la propia universidad y no previsto ni preparado desde el bachillerato y la primaria-- fuese conveniente y pertinente para preservar la calidad de la educación universitaria y para conocimientos científicos y epistémicos a la altura de las mejores universidades del mundo. Sin lugar a dudas estamos frente a una situación compleja y muy posiblemente contradictoria y paradójica.

Voy a presentar una síntesis de la historia del Cupo Diferencial. En 1961 me gradúe en Psicología (UCV), de una vez y de manera inmediata me incorpore como profesor de Estadística y de Psicometría. Entre 1961 y 1963 estudié un Postgrado en Planificación en el Cendes. Entre 1963 y 1964 realicé un Postgrado en Estadística en MIT. Desde 1964 hasta 1986 continúe como profesor de Estadística y paralelamente en algunos años como profesor en la maestría del Cendes. Entre 1985 y 1992, ejercí como profesor del doctorado en el Cendes. En 1965, conversando con profesores de Estadística y de Psicometría, pude conocer que los esquimales salían muy deficientemente en el Test de Matrices Progresivas de Raven y que aplicándoles las normas occidentales aparecían por debajo de sus niveles posibles de inteligencia. Obviamente se trataba de un absurdo, producto de un uso inapropiado del artefacto estadístico. Por tanto reflexioné y concluí, que al igual que existían parámetros y/o normas según la edad cronológica de las personas --dado que las pruebas psicométricas, de alguna manera están construidas con elementos culturales y cognoscitivos específicos-- deberían haber normas diferentes para culturas distintas y por extensión para los estratos socioeconómicos establecidos dentro de una misma cultura. Otra opción pudiese haber sido preparar pruebas especiales, ajustadas a cada grupo, estrato o universo estadístico. La primera opción por ser más sencilla sería preferible, es decir una sola prueba y dividir el universo según fuese necesario. De esta manera había surgido la idea inicial del concepto de Cupo Diferencial.

A mediados de la década del sesenta apareció un movimiento llamado los Sin Cupos. Al mismo tiempo, en 1965 por invitación del doctor De Venanzi me había incorporado como miembro académico a la Comisión de Estudio del Rendimiento Estudiantil del Consejo Universitario (CUCERE). Inicialmente la comisión estuvo presidida por el Rector Bianco, el Vicerrector Plaza Izquierdo, el Doctor Francisco De Venanzi y los decanos Gamero y Beznerra. Participaban los directores Emiro Rotundo y Virgilio Urbina, así como los funcionarios asesores Carlos Añez Di Prisco, Guillermo Sánchez Ramos y Antonio Olaizola Córdova. La comisión se reunía en el salón del rectorado una vez a la semana. Estas reuniones me permitían tener un trato cotidiano y amigable con el doctor De Venanzi a quien ya conocía desde mi época de estudiante en el Cendes. El doctor De Venanzi me invitó para que escribiera en la revista Universalia de la cual era director. Un honor y un privilegio para un joven profesor, el poder publicar en la misma revista en la cual escribían los toros bravos de la universidad (Se les llamaban Vacas Sagradas). Recuerdo los nombres de: Juan David García Bacca. Humberto García Arocha. Raúl García Arocha. Foción Febres Cordero. Ildefonzo Leal. Escribí dos artículos, uno titulado Planeamiento Universitario y el otro titulado Cupo Diferencial. Este último artículo tenia como propósito lograr una mayor apertura social en el ingreso a la universidad. Esto me parecía un acto de justicia, ya que permitía incluir a muchos estudiantes que de otra manera quedarían excluidos por pertenecer a un determinado estrato socioeconómico. El concepto de Cupo Diferencial es muy sencillo. Consiste en tomar un cierto indicador cognoscitivo, por ejemplo: Prueba Psicométrica. Prueba de Conocimientos. Notas de Bachillerato y evaluar los valores particulares de cualquiera de esas variables, sobre una partición del universo estudiantil de aspirantes, con normas distintas para cada partición. Como criterio para dividir el universo, a manera de ejemplo se podían utilizar distintos indicadores: (a) Los estratos socioeconómicos (equivalente al número de años de estudio en un liceo público o en un colegio privado), (b) La región de origen del estudiante (equivalente al sitio --metrópolis, ciudad o pueblo-- donde el aspirante estudió el quinto año de bachillerato).

Desde el año de 1960 y hasta el año 2005, tuve frecuentes contactos con rectores, decanos y directores de las universidades nacionales, y por mi condición de miembro fundador y asesor técnico de la Opsu, tuve mucha relación con algunos de sus directores, en especial Eduardo González Reyes, Iván Olaizola y Luis Fuenmayor Toro. En todo momento trataba de explicar en que consistía el concepto de Cupo Diferencial y cuales serían sus ventajas. De la misma manera, a lo largo de esos años, en diferentes revistas y publicaciones universitarias y en múltiples congresos y seminarios expuse en que consistía el concepto. Con ciertas limitaciones, adaptando el concepto de acuerdo con la información que estuviese disponible, pude aplicarlo en dos oportunidades: (A) A mediados del año 1970, estaba dirigiendo y finalizaba con el Proyecto de Investigación sobre Rendimiento Estudiantil. Participaba un equipo numeroso de colaboradores (Esther Holcblat. Lily Marcano. Ennio Paniz. Manuel Cemborain. Enrique Añez. Gianfranco Incerpi. Hernán Méndez). En ese año, los aspirantes a estudiar medicina, de manera violenta e incorrecta, se habían negado a presentar la prueba de admisión y la habían quemado públicamente. Como una solución de emergencia y por invitación del Rector Bianco, en ese momento --de una manera restringida-- pude aplicar el concepto de Cupo Diferencial. Utilicé las notas del cuarto año de bachillerato. El equipo técnico de CUCERE --al rededor de veinte profesionales universitarios-- se trasladó durante dos semanas a los archivos del Ministerio de Educación, registró la distribución de las notas en aquellas asignaturas del cuarto año de bachillerato donde figuraban los aspirantes a ingresar y se determinó que lugar ocupaban en cada asignatura. De esta manera, se pudo calcular los valores percentiles correspondientes. Este procedimiento, aplicado sobre cada asignatura, sería equivalente a una partición estadística del universo. Años más tarde obtuve la información de que la cohorte correspondiente a ese año de 1970, había logrado un alto nivel en el coeficiente de graduación, cercano a un 80%. (B) Entre Julio y Agosto de 1974 --por solo dos meses-- se me ofreció la oportunidad y la responsabilidad, por una parte de diseñar un proyecto nuevo y novedoso y por otra parte, brevemente, de dirigir --técnicamente-- el Programa de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que un año después en 1975 se transformaba en la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho. En Agosto de 1974 aplique el concepto de Cupo Diferencial, fue seleccionado y publicado en prensa, el primer grupo de aspirantes, que dos meses después viajaba al exterior. Utilizando las notas de bachillerato, ponderadas según el tipo de carrera a estudiar, pude aplicar el concepto de Cupo Diferencial sobre una división de universo, utilizando lo que fue conocido como Cuadricula de Selección en Doble Entrada (3 x 3): Años estudiados en un liceo publico o en un colegio privado: Público (1). Intercalados o Distribuidos (2). Privados (3). Región de Procedencia Metrópolis (1). Ciudad (2). Pueblo (3). Este procedimiento de selección mantuvo una vigencia de cinco años (Gumersindo Rodríguez. Guillermo Domínguez. Leopoldo López. Ruth Lerner de Almea). En un momento dado, se comentó como un hecho relevante que jóvenes estudiantes del Alto Apure y del Territorio Amazonas habían llegado --desconcertados y desorientados-- a Paris, Londres y Nueva York para estudiar. Este hecho para algunos fue motivo de críticas y para otros fue motivo de elogios, pero de cualquier manera, le dio notoriedad a una absoluta y transparente apertura social en el otorgamiento de becas gubernamentales, situación que nunca antes se había visto en el país. Las universidades nacionales pudieron conocer y enterarse, de que existían otras formas y manera de realizar una selección estudiantil.

Por razones que nunca he conocido ni voy a entender, las universidades, sus autoridades y sus dirigentes, durante esos largos años desde 1965 hasta este año 2010 no se han interesado por conocer y analizar el concepto de Cupo Diferencial. En el fondo lo que ello puede implicar, aunque exista una cierta preocupación social, es que no había una intención firme y decidida para lograr una apertura social efectiva. En el año 2000, Luis Fuenmayor --director-- y Vannesa Balleza --asesora-- en la Opsu, mostraron interés por aplicar el concepto de Cupo Diferencial. Se me contrató para diseñar un instrumento que por una parte fuese equivalente al Graffar de Méndez Castellano, y por otra parte que utilizara información adicional a las cuatro variables originales del Graffar. Con la colaboración del Ingeniero Edgar Matheus, diseñamos, construimos y validamos el instrumento solicitado. Este instrumento sería utilizado para dividir el universo estadístico de los aspirantes en cinco grupos sociales y tanto la prueba de Opsu, como las notas de bachillerato, transformadas en percentiles, serían ajustadas mediante normas y parámetros para cada uno de los cinco grupos. Desafortunamente en el año 2003, Fuenmayor y Vannesa se retiraron de Opsu.

Una reflexión final de carácter metodológico. Si desde 1965, en las universidades nacionales con sus equipos técnicos, se hubiese trabajado seriamente con el concepto de Cupo Diferencial, especialmente utilizando las notas de bachillerato, consecuentemente transformadas, ajustadas y ponderadas, se hubiesen desarrollado estadísticamente modelos de predicción cada vez más eficaces, objetivos y pertinentes. En este momento se tendría una apertura social en la Admisión Estudiantil, que hubiese enfrentado y/o moderado cualquier intento gubernamental para imponer un modelo que no es ni logísticamente ni conceptualmente aceptable.

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