viernes, 23 de abril de 2010

Las Esencias de Proust. EL Guernica de Picasso

1. Tomando como punto de partida las esencias de Proust, con estos comentarios vamos a referirnos y a tratar de relacionar cinco tipos existenciales de vivencias. Sintéticamente y descritas de una manera simbólica, figurada y/o metafórica tenemos: (a) Las esencias de Proust (vivencias distales y actualizadas). Mojar una madalena en una taza de café**. (b) Vivencias primigenias y fundamentales del ser humano (vivencias exaltadas de primer grado). Por ejemplo: Andrés Eloy Blanco “Del dulce mal con que me estoy muriendo” (amor/eros/ternura). Pablo Neruda “En noches como estas la tuve entre mis brazos” (pasión/sexo/placer). Más herméticamente: “No hay sustitutos para la victoria” (gloria/poder/fama). (c) Vivencias Musicales: (Adagio/Novena Sinfonía). (Navarra/Sarasate). (Granada/Agustín Lara). (Serenata/Enrico Toselli). (d) Vivencias Pictóricas: (La joven de la perla / Vermeer). (La Primavera/ Botticelli). (Las musas gitanas/Romero de Torres). (Dalias primaverales en el viento/Aponte). (e) Vivencias poéticas: (Desde la noche vengo y hacia la noche voy/Gerbasi). (Mi ilusión está sobre un abismo y cerca de otro abismo mi esperanza/Salmerón Acosta). (Tuve miedo de quererte y ya es querer tener miedo/Andrés Eloy Blanco). (Es tiempo de que vuelvas es tiempo de que tornes/Lazo Marti).
2. Proust. Copio, modificando libremente de Wikipedia el siguiente texto “Una famosa madalena”: Uno de los fragmentos más conocidos y nombrados de la obra de Proust llamada “En busca del tiempo perdido”, tiene lugar en el primero de los seis libros que integran todo el conjunto: “Por el camino de Swann”. El narrador evoca recuerdos de su infancia al mojar una madalena en una taza de café**. Asocia el sabor, la textura y el aroma de la madalena con ese mismo estímulo vívido espontáneamente años atrás en su niñez. Una simple madalena se ha convertido en el símbolo proustiano del poder evocador de los sentidos. Durante los siguientes seis tomos, el narrador y protagonista se encontrará una y otra vez con esta especie de epifanía sensorial, que le llevará a lugares de su memoria que en general estarán vedados a una simple y expresa rememoración de carácter sistemática y/o voluntaria. Esta experiencia, hasta el último de los libros titulado “El tiempo recobrado” configurará una misma estructura a lo largo de toda la obra. La experiencia equivalente a la evocación de la madalena, se repetirá en otras formas y a partir de otros estímulos, llevando siempre al narrador al mismo instante de gestación que ha dado inicio a toda la saga.
3. Descripción de esta vivencia distal y actualizada en palabras textuales de Proust: “El ser que había renacido en mí… no se alimenta sino de la esencia de las cosas. Solo en ella encuentra su sustancia, sus delicias… en cuanto un sonido, un olor, ya oído y respirado otra vez, vuelven a serlo, en el presente y en el pasado a la vez, reales sin ser actuales, ideales sin ser abstractos, al punto la esencia permanente y habitualmente oculta de las cosas queda en libertad y nuestro verdadero yo… despierta, se anima al recibir el celeste alimento que se le ofrece”.
4. Dada esta dramática y sorprendente confesión, infiero que durante su vida, Proust no había disfrutado plena y felizmente de las vivencias exaltadas de primer grado, por ello en cierta forma, luce decepcionado y valora de manera superlativa, un tanto alucinada su recientemente descubierta esencia celestial. Para confirmar este juicio, él mismo expresa textualmente: “Esta contemplación, aunque de eternidad, era fugitiva y sin embargo yo sentía que el placer que se me había dado con raros intervalos en mi vida, era el único que fuese fecundo y verdadero. El signo de irrealidad de otros placeres, ¿No se manifiesta lo bastante, sea en su imposibilidad de satisfacernos…sea en la tristeza que sigue a su satisfacción?...Sentía yo bien que la decepción del viaje, la decepción del amor, no eran decepciones distintas, sino el variado aspecto que toma, según el hecho a que se aplique, la impotencia que tenemos de realizarnos a nosotros mismos en el goce material, en la acción efectiva”.
5. Las vivencias dístales y actualizadas de Proust, constituyen experiencias normales y corrientes, agradables y llenas de contento. En algunas oportunidades hemos tenido y hemos vívido circunstancias similares o equivalentes. Relato: En mi niñez, al inicio de la noche, cuando fugazmente cruzaba frente al patio delantero de mi casa, sentía y disfrutaba del aroma placentero e intenso de jazmines tempranos, que ajenos y distantes de manera espontánea se ofrecían en leve y perfumada brisa. Años más tarde vivía en Caracas. En algunas noches, cuando caminaba frente a otras casas, con otros jardines y otros jazmines, brevemente sentía y evocaba una nueva pero al mismo tiempo conocida, grata y distinta emoción. Con mucho deleite, con plenitud de goce y de felicidad, pero nada extraordinario como las vivencias exaltadas de primer grado.
6. Frente a la supuesta condición perecedera y/o precaria de las vivencias exaltadas de primer grado, tal como dolorosamente lo describe Proust, tiene sentido preguntarse, si además de las vivencias dístales y actualizadas de Proust, pudieran existir otro tipo de vivencias parecidas y/o equivalentes, aunque sean de distinta naturaleza. Mi respuesta es sí. Entre otras, se trataría de las vivencias musicales, de las vivencias pictóricas y de las vivencias poéticas. Las vivencias musicales son de mayor intensidad emocional que las vivencias pictóricas. De talante inconforme, Jesús Soto se quejaba que diferente a un concierto, nadie pasaría una hora de su vida contemplando una pintura. Las vivencias musicales tienen la capacidad de generar una corporeidad transfigurada, equivalente en forma moderada a las propias vivencias exaltadas de primer grado. Las vivencias pictóricas, con un menor nivel de intensidad emocional pueden ser, en esa dimensión, comparables con las vivencias dístales y actualizadas de Proust. Tienen la capacidad de embellecer placidamente y cual brisa leve, nuestro transitar por la vida.
7. Vamos a documentar y describir la vivencia musical. Adicionalmente a nuestra experiencia, nos vamos a referir a dos famosos y encumbrados personajes del siglo XX. Ambos filósofos, intelectuales, discretos, conservadores, tradicionales, ampliamente reconocidos, con una larga vida y con una extensa, brillante y frondosa obra escrita. Ambos han manifestado y confesado en sus respectivas biografías, un estremecimiento raizal y extraordinario por la vivencia musical. Ellos son, nuestro conocido y apreciado Juan David García Bacca y el más universal y publicitado Isaías Berlin. En contraste con García Bacca, Isaías Berlin desde niño había disfrutado de una exquisita y variada atmósfera musical. García Bacca, entre 1911 y 1938, desde los diez y hasta los treinta y siete años, por su condición religiosa, había estado inmerso --secuestrado según sus propias palabras-- dentro de los muros de la vida monacal y clerical en la España confesional y teocrática de la época. En ese período sólo pudo haber escuchado música sacra y en las dos únicas oportunidades, frente a otro tipo --clásica pero pagana-- de música, se obliteraba su ánimo, haciéndose oscuro y opaco. En 1922 por puro azar escucho las Danzas Húngaras de Brahms y la Campanilla de Liszt. En ese momento, el solo título de la pieza de Brahms le había parecido pecaminoso. En 1932 escuchó brevemente la Flauta Mágica de Mozart. En 1938 se produce un cambio radical en su vida, viaja a América y comenzará a disfrutar de la libertad y también de la música. En 1942 reside en Quito y se ha enamorado, como vivencia única, por vez primera conocerá la fuerza oscura, alucinante y maravillosa del estro femenino. Textualmente: “Quede como hilo suelto, por unas páginas, la afirmación de que el descubrimiento a los cuarenta años de lo que es mujer, resultó, me resultó, milagro, revelación, reviviscencia”. Habrá completado --un poco tardíamente-- un primer ciclo vital y manifestará su asombro y perplejidad de una manera similar, a como lo hará también en 1975 cuando reafirma su absoluta vocación musical.
8. García Bacca e Isaías Berlin fueron grandes conocedores, analistas y consumidores musicales, conjeturo que durante su vida escucharon muchas veces, más de mil o dos mil composiciones clásicas diferentes. Yo he sido menos convencional, más libre y espontáneo, posiblemente distinto. Me he centrado e interesado fundamentalmente en la belleza y vitalidad de las vivencias, nada que ver con el conocimiento de la música en sí. Poseo un oído cero --no distingo ni siquiera los diferentes sonidos entre algunos instrumentos-- por ello soy, y no me perturba serlo, un ignorante absoluto y manifiesto, con una total indiferencia y hasta incomodidad y/o fastidio, frente a cualquier tipo --descriptivo, intelectual o abstracto-- de análisis orquestal y/o sinfónico y/o musical. Aparte de obras eventualmente ofrecidas en la Emisora Cultural de Caracas, estimo que me he concentrado en unas quinientas melodías --clásicas y/o ligeras y/o populares--, que a lo largo de toda mi vida, he tratado de escuchar repetidamente una y otra vez, disfrutando en cada oportunidad de la plenitud y belleza de las vivencias musicales asociadas, que invariablemente siempre me han deleitado. Casi nunca asisto a conciertos, entre otras razones porque no me es necesario y para no estar obligado a escuchar piezas insertas o intercaladas que no son de mi agrado, o peor aún, que me perturban y me resultan molestas.
9. De su último libro titulado Confesiones, escrito en 1990, García Bacca expresa: “Oía un tejido de sonidos transparentes como un cendal, en el que los sonidos se presentaban, se los oía un instante, urgidos de salir de tal presente … sin que yo pudiera detenerlos”. En el siguiente párrafo, que se refiere a 1975, vamos a omitir una palabra/expresión que no es apta en el lenguaje académico de un ensayo epistémico, confiesa el propio García Bacca que solo la utilizó dos veces en toda su vida. Cito: “En el silencio sonoro desperté y, sin poderme refrenar, callar, exclamé: ¿Por qué xxxx he resultado filosofo y no músico? Sorprendidos mis dos amigos ante un Juan David tan diverso e impredecible del conocido universitario y filosofante, cayeron en cuenta, aún antes que yo mismo, explícitamente, de que mi vocación era la de músico, contra mi profesión de profesor de filosofía”. Continua: “Mientras tanto, para cumplir con mi vocación, explicaré como cuatro obras musicales, han conmovido y puesto a tono musical ciertos sentimientos míos. Sentimientos musicalizados y música sentímentalizada”. Extensamente se refiere García Bacca y describe con gran detalle en sus confesiones, el estremecimiento espiritual, emocional y especialmente físico y corporal que siente, cuando escuchaba entre otras, estas cuatro obras: Scheherazada. Séptima Sinfonía de Beethoven. Tercera Sinfonía de Brahms. Sinfonía Júpiter. Concluye García Bacca: “¿Qué otras obras musicales, en algunas de sus partes, pueden producir semejante efecto: sentir un yo?”.
10. De manera menos dramática, ya que no se trata de una confesión, se describe en la biografía escrita por Michael Ignatieff, la no menor, extendida y oceánica pasión musical de Isaías Berlin. Cito: “Los viajes a Salzburgo eran mucho más que vacaciones, y la creciente devoción de Berlin por la música mucho más que un pasatiempo”. “Porque la vida en aquella pequeña ciudad --donde se alojaba en una pensión barata, se levantaba tarde, desayunaba en algún café, asistía a conciertos de mediodía, leía o paseaba por las tardes, volvía a los conciertos por la noche-- llegó a ser su definición de paraíso”. “Amaba la música con auténtica pasión, y sus amores musicales --Bach, Mozart, Beethoven, Schubert, y también figuras más ligeras como Rossini y Donizetti-- ofrecen algún indicio de su vida interior”. “Verdi llegaba al corazón directamente, por que el mismo sentía las emociones y no le hacia falta parafrasear”. “La más importante de estas amistades fue con la familia Brendel, con Alfred, el pianista, su mujer Reni y sus tres hijos. Les unía su pasión común por Schubert, Beethoven y Mozart”. “Era hacerle apuestas a la vida, hacer planes para asistir a Glyndebourne, Salzburgo o Pesaro con dos años de antelación, cuando él tenía ochenta y seis”. Al final de sus días descubre en su intimidad: “Una vez, cuando Pat se iba ya y le dejaba solo, volvió hacia él la mirada y le vio en su sillón, susurrando para sí, en voz baja, con una voz a un tiempo triste y llena de deleite: amo tanto la música”.
11. Respecto a la vivencia musical, quisiera establecer algunos elementos extraídos y generados a partir de mi propia experiencia: (a) A diferencia de las vivencia dístales y actualizadas de Proust, la vivencia musical no tiene necesariamente en el pasado, un origen concreto y puntual bien definido. Nótese y estúdiese el caso tardío de García Bacca. (b) En mi caso, la vivencia musical se genera independientemente a que estuviese escuchando directa y personalmente a Toscanini o Furtwangler, o bien de que se trate de una precaria grabación electrónica sobre una orquesta parroquial desconocida. Admito que en personas con un excelente oído musical, esto podría no ser cierto. (c) En el caso de la vivencia musical, puedo aceptar de manera racional --forzadamente y con mucha incredulidad-- que frente a distintas obras, cada persona pueda construir sus propias claves o estímulos. Admito, como posible pero improbable, por ejemplo, que cuando alguien escucha El rito consagración de la primavera de Stravinsky pueda lograr la misma intensidad emocional que por ejemplo yo alcanzo con la Navarra de Sarasate. Stravinsky representa un punto de inflexión. En mi caso particular siempre he tomado distancia de él, por una parte, acepto y me detengo breve y generosamente para escuchar los primeros acordes/notas/compases de esa, su obra emblemática, pero por otra parte ignoro total y definitivamente las nuevas tendencias, a los atonales, dodecafónicos, modernos, electrónicos, hiphop y regatones. A estos últimos grupos, los ignoro absolutamente. Nunca jamás los he escuchado, nunca lo haré.
12. Respecto a las vivencias pictóricas soy más radical. Nunca he de entender y aceptar que alguien pueda encontrar en Las Señoritas de Avignon o en el Guernica de Picasso, el mismo tipo de vivencia que se puede alcanzar, por ejemplo con La joven de la perla de Vermeer o La Primavera de Botticelli. Acepto muy a contracorriente que pudiera tratarse de dos tipos muy diferentes de vivencias, unas abstractas, interpretativas, analíticas e intelectuales, las otras vitales, directas, totales y emocionales. Adicionalmente, estoy absolutamente convencido y esa es mi experiencia, que equivalentemente como sucede con la vivencia musical, en este caso de la pintura, con una exacta reproducción --lograda electrónicamente--, se puede generar una misma intensidad en la vivencia, al igual que se pudiera lograr con la pintura original. En el futuro --seguramente con Botticelli protestando desde su tumba-- por medios electrónicos se podrá conformar y transformar a una Venus; más estilizada, más bella, más erótica y más sensual.
13. En la actualidad, grupos numerosos de personas muy relevantes de la elite cultural del planeta, --incluidos japoneses y asiáticos-- se ven compelidos y obligados por un factum modal, misterioso y desconocido, a visitar en devota peregrinación el Museo Reina Sofía de Madrid, así como en el pasado, otras generaciones lo hicieron con el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Luego de haber cumplido humildemente con el rito, no les queda otra opción que simbólicamente desear recibir sus bien ganadas indulgencias, de esta manera van a obtener una nueva medalla para lucir en su uniforme curricular de gala. Consecuentemente, todos afirmarán luego, que el Guernica de Picasso, es la obra más importante e impactante del siglo XX. Su origen, tema y circunstancias históricas, así como la intensa y enajenante publicidad asociada nos lo recuerda, nos lo reafirma y nos lo remarcará constantemente. Todos sienten el impacto grupal de las masas en relación a lo que significa una obra consagrada por los museos, los curadores y la moda. Al mismo tiempo se genera un temor reverencial al creer que se estará equivocado, si se intenta ensayar el más mínimo pensamiento divergente y/o crítico. Sin embargo, en un último halito de cordura y de sinceridad existencial, nunca nadie en su sano juicio, se habrá atrevido a decir que es la pintura más bella de la historia. Como sabiamente diría mi abuela: El que rendido, se hubiese postrado ante el muro gigantesco del Guernica, será considerado Granito de Oro, el que no lo haya hecho, será considerado Caca de Perro. Por algún afortunado azar he logrado escaparme de ese oscuro y absurdo hechizo, pienso que habiendo nacido y vivido muchos años hasta mi adolescencia en Upata --puerta de entrada a la selva guayanesa-- participo del espíritu druida y elusivo de Marcos Vargas, el enigmático personaje de la Novela Canaima de Rómulo Gallegos. En un futuro lejano, la neurociencia por una parte y la convicción epistémica creciente que decidirá en contra de la opción crédula aunque hasta ahora dominante de la llamada Apuesta de Pascal por la otra, más que la historia asomará una última palabra. Se habrá aclarado el mito y se ira conociendo quien tenia la razón.
14. Respecto a la vivencia poética o quizás mejor expresada, frente a la vivencia poética del poema, ya que sin lugar a dudas, las vivencias antes mencionadas son también y en su naturaleza más intima de carácter poético, hace diez años escribí en el diario El Globo un breve ensayo titulado El Reino del Olvido, que a continuación voy a presentar en una versión resumida. Asumo que está en una misma línea, concordante con lo antes expuesto.
15. He leído recientemente un simpático artículo del escritor Rivas Rivas sobre originalidad en poesía. Al recrearme en el tema, he conformado, a la libre, un emotivo palimpsesto, que imperfectamente expresa el por qué en este mundo postmoderno, las moiras ya se han desvanecido. La investigación científica, con toda seguridad, es un oficio; el saber, para algunos una vocación, para otros una pasión, pero la poesía definitivamente un dejá vu. El investigador, en el sentido de reconocer sus fuentes originales, tiene el deber ético de ser absolutamente transparente, ni siquiera por omisión puede dejar de serlo. Al científico, cuya pasión estriba en la creatividad y construcción del conocimiento, durante esa ordalía no le importa demasiado precisar, si el saber que en ese momento se está forjando, es o no original; al final ya se verá. La poesía es otra cosa, otro es su reino. "Las espadas ociosas sueñan con sus batallas, otro es mi sueño" (Borges). Siempre soñaba en duermevela con un verso donde ligeramente se expresaba: "Desde la noche vengo y hacia la noche voy" ¿De dónde ha surgido entonces, ese embrujo raizal y perenne de la noche?
16. Distante, en un pueblo conocido como la Villa del Yocoima, en la más lejana memoria de la década de los años cuarenta, cuando las niñas del colegio María Inmaculada, en una actitud esquiva, me velaban sonrisas y afectos, mostrándose en cambio generosas con sus silencios, decidí —como todo poeta precoz y temporal— acercarme insomne hasta la noche. A partir de ese momento tomé la costumbre de buscar y enlazar frases o poemas sobre eternas vivencias de la noche. "En las altas noches cuando sopla el viento / solitario cruzo entre las piedras", estaba convencido que en su femenina y necesaria corporeidad, hechizada al extremo por un exquisito y leve aroma de jazmines tempranos, se me permitiría compensar sueños con pesares. En esos íntimos senderos, habitan sombras, voces, arcanos y trincheras, que se van asociando pausadamente con el alma solitaria de los atardeceres.
17. Algunos años mas tarde, en Boston/Massachusetts, con la lectura casi obligada de Emerson, Thoreau y Longfellow, en el invierno hube de recordar. ["Voy trasnochando el camino / con mis pasos de borracho / bebiéndome mis fracasos / forjando así mi destino / destino de viento y barro / fraguado en brisa y espuma / en patios de la esperanza / en caldos de la amargura"]. ["Noche silente / corazón en calma / voces horadando la noche / oscuro postillón que cruza / así noche silente / el tiempo siente / tu cabeza dormida / y mis pasos perdidos"]. Un gélido contraste, entre el gris penitente de esas horas y el saudade acelado del terruño, avivó el crisol memorioso de otros tiempos. La poesía en algún momento de nuestras vidas asume su posesión, por ello nos pertenece a todos de la misma manera. Siempre se han escrito los mismos versos, dolorosamente sin embargo ya olvidados, sólo nos resta un sutil celaje de nostalgia.

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