martes, 29 de diciembre de 2009

CIENCIAS SOCIALES:VIVENCIALIDAD ESPONTANEA Y/O TELEONOMIA ORGANIZADA

Con el título escogido queremos señalar, los dos extremos de un espectro posible de amplia curvatura, donde lógicamente existirán en distintos puntos intermedios, reflexiones valiosas de pensadores y científicos que, prudentemente y por cuenta propia, analizan y ponderan cuidadosamente los avances y aportes que en todo momento se reciben, desde los círculos hegemónicos del poder intelectual.

La creencia en una trascendencia espiritual y/o energética después de la muerte, constituye un indicador que barre desde el más corpóreo sincretismo afrocaribe, hasta la más pura abstracción oriental sobre lo inmanifiesto e innombrado. Apartando grupos primitivos aislados, sin contacto con la civilización occidental, la mayoría de las personas cree en algún tipo de trascendencia. El resto concientemente no toma posición o sostiene que esa mayoría pudiese estar equivocada. En este primer extremo no existen certezas, sólo fe y conjeturas.

En el otro extremo, Ott (1997), a propósito del Nobel otorgado al dramaturgo italiano Darío Fo, esbozaba la idea de que para obtener este galardón, además de supuestos méritos literarios, el laureado debería cultivar adicionalmente otro tipo de actividad, que ha sido denominada inorgánica y que además sea de un marcado carácter extraliterario, tal como "Salvemos los Osos Polares". Una afirmación equivalente podría decirse de los artistas plásticos. Se consagran, conformando modas, cuando la inteligentzia dominante, los reconoce, individualiza y destaca, tanto por sus exóticas formas de vida, como por su actuación en campos distintos a la realidad pictórica. En este ámbito tenemos dos buenos ejemplos de lo que debería entenderse por Teleonomía Organizada. En Ciencias Sociales, Sokal (1996), mediante la publicación de un ingenioso y controversial artículo en la conocida revista "Social Text" ha cuestionado la teleonomía organizada que se había apoderado de premios, editoriales y revistas prestigiosas.

Para las Ciencias Sociales y en esa dirección, ha venido desarrollándose y tomando espacio, una concepción que exhibe como uno de sus argumentos más espectaculares y llamativos, una afirmación relacionada con la Física Moderna, y en especial con la llamada Teoría Cuántica. Se pregona que siendo esta teoría, en su más íntima y profunda esencia, de carácter probabilístico, relativista y subjetivo, entonces, las Ciencias Sociales, con mayor razón, igualmente deberían también serlo. Una remembranza de la ya vieja y conocida quimera de Leibniz y Von Bertalanffy, por un paradigma unificado en las Ciencias Materiales, extendiéndose esta vez, más allá del dominio de la energía/materia. Sólo recientemente, Sokal y Bricmont (1997), a nivel mundial, en especial en Francia y Estados Unidos, con el lema "El rey está desnudo", han planteado una agresiva polémica develando la existencia de una retórica pretendidamente formal y cuántica, que en la Psicología y las Ciencias Sociales había venido siendo acumulada y yuxtapuesta por los promotores de ese relativismo vanguardista.

Desde 1961, he reflexionado sobre el problema de la similitud/unidad entre Ciencias Materiales y Ciencias Sociales. Mi posición actual ha profundizado las tendencias iniciales. Ellas han sido: (a) Ignorar una mítica unidad ontológica; (b) Dudar de la pertinencia y necesidad de la unificación metodológica, encarnada en el llamado Método Hipotético Deductivo Experimental; (c) Promover en las Ciencias Sociales al igual que en las Ciencias Materiales, una construcción objetual/dimensional del concepto, vía un Operacionalismo que acepte una raíz fuertemente empírica; (d) Medir de modo escalar el constructo; (e) Postular relaciones teóricas; (f) Estimar asociaciones y correlaciones. Actualmente, muy pocos científicos en las Ciencias Sociales suscribirían al Operacionalismo como un soporte epistémico válido; en ninguna librería reconocida de las grandes metrópolis occidentales, fue posible obtener un libro sobre el tema. Para todos ellos -filósofos y científicos- el Operacionalismo habría muerto.

El concepto de Operacionalismo, fue propuesto originalmente por Bridgman (1927), al analizar un cierto aporte de Einstein (1905), que éste en ningún momento enfatizó o inclusive concientizó. Nos referimos, concretamente, no al contenido de su famosa teoría, sino a la significación epistémica y filosófica de la forma de construcción de los nuevos conceptos de longitud, tiempo y simultaneidad. Einstein y todos sus comentaristas posteriores, en este aspecto, focalizan su atención, principalmente en el proceso fáctico de la medición de estos conceptos y no en el significado epistémico de lo novedoso del proceso para construirlos. Cuando Bridgman, a manera de ejemplo, para facilitar la explicación, traslada su propuesta al análisis de la formas cotidianas de medir la longitud, confunde de manera radical a los filósofos, que automáticamente y de manera inmediata se convierten en sus más acérrimos críticos, ya que el autor sólo describe de manera sincrónica y aparentemente ingenua, las operaciones finales del proceso de medición. En ese momento no se tenía presente la existencia de ciertas operaciones, hoy ya desaparecidas e ignoradas y de las que sólo restarían indicios y rudimentos históricos, pero que durante cincuenta millones de años, se fueron conformando diacrónica e iterativamente, para la construcción objetual de un concepto dimensional previo, necesario para posteriormente medir escalarmente la longitud. En muchos casos, esta medición continúa realizándose mediante el uso de reglas o varas rígidas y rectas, que se van colocando en una sucesión rectilineal. Nótese la redundancia tautológica de esta descripción, pero ello, en la praxis dialéctica de ese remoto pasado, constituía el abordaje epistémico pertinente y necesario.

En estos momentos terminales del siglo XX, albores del siglo XXI, si los filósofos le diesen una nueva y distinta lectura al Operacionalismo, en el sentido de entenderlo en su función primordial y primigenia de la construcción objetual/dimensional del concepto y no sólo en la medición escalar del mismo, entonces, la muy cuestionada afirmación de que "el concepto es sinónimo con el correspondiente conjunto de operaciones", vista ahora desde esta nueva perspectiva diacrónica, podría ser perfectamente comprendida y aceptada. No me queda ninguna duda de que la intención original del autor, aunque no lo haya podido expresar con claridad, estaba referida a la construcción objetual/dimensional del concepto y no sólo a su medición escalar, ya que esta fase final sólo recoge los aspectos fenoménicos que restan y permanecen de todo ese complejo proceso; iterativo evolutivo y filogenético, tal como si se tratase de una entidad orgánica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario